Una hora es el tiempo estimado que tarda en viajar una persona desde Puente Alto hasta Providencia, si utiliza el transporte público. Un trayecto que recorren muchos habitantes de la comuna más poblada de la capital, quienes, buscando una atención de salud más expedita, deben dirigirse al sector donde se ubica la mayor parte de las clínicas de la Región Metropolitana.
Para Hernán Calderón, presidente de la Corporación Nacional de Consumidores y Usuarios de Chile (Conadecus), “es una realidad que las clínicas privadas privilegian las zonas de más altos ingresos, porque lo que buscan es rentabilidad”. Añade que “las personas que tienen menos ingresos, recurren mucho más a los consultorios y hospitales en sus zonas, porque en comunas más estigmatizadas y con bajos ingresos no hay clínicas y las personas no tienen una alternativa si quieren otra atención”.
Esto, debido a que en el sector oriente de Santiago se encuentra el 64% de los establecimientos privados con atención cerrada -es decir, hospitalización-, correspondiente a 36 de las 58 clínicas que se han construido en toda la región, de acuerdo a datos preliminares de la Superintendencia de Salud.
Providencia es la comuna que lidera el número de recintos de alta complejidad, con 18 centros. Le sigue Santiago, que tiene ocho; Las Condes,con siete; Ñuñoa, con seis y Vitacura, con cinco (ver infografía).
Desde Clínicas de Chile, organización conformada por los principales establecimientos privados, la gerente Ana María Albornoz, explica que “estamos en los lugares de alta conectividad y fácil acceso, porque las personas viven en algunos lugares, pero trabajan, estudian o se mueven en otros”.
Por ejemplo, la ejecutiva indica que “en Providencia hay un importante número de clínicas porque ahí circula un millón de personas por día”. Agrega que “también hay centros médicos en las comunas donde no hay clínicas de hospitalización”.
Hace unos años, sin embargo, el sacerdote jesuita, Felipe Berríos, fundador de la organización Techo, inició un debate en torno a la desigualdad en la ubicación de las universidades privadas, que se construían en el sector cordillerano, a las que denominó “de la cota mil”.
Hoy, Berríos afirma que lo que ocurre con la salud “es una clara muestra de que se ha transformado en un negocio, y que el mercado, aunque es muy bueno para ciertas cosas, no puede meterse a regularla”, junto con recalcar que “me parece inmoral que se construyan hospitales o clínicas en sectores que ya están bien atendidos”.
Atenciones médicas
Una visión panorámica al sistema de salud deja ver que de los 17 millones de chilenos, 13 millones tiene Fonasa, mientras que el resto pertenece a isapres o Capredena, en el caso del personal de las Fuerzas Armadas. “El peso relativo que tiene la contribución del sector privado en el sistema de salud es bajo. Lo que tenemos en el país es un sistema que descansa en camas que son públicas; entonces, no es de extrañar que los prestadores privados, que son unos pocos, se concentren en ofrecer alternativas de atención donde está la gente que tiene mayor poder adquisitivo”, plantea Oscar Arteaga, director de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile.
Así, en términos económicos, las comunas en las que se han construido los establecimientos son, precisamente, las que tienen un per cápita más alto en comparación con otras zonas de la ciudad. Por ejemplo, lideran el Indice de Calidad de Vida Urbana (ICVU), las comunas de Las Condes, Vitacura y Providencia, lugares en los que se han levantado 30 centros privados de atención cerrada. Mientras, en las zonas con peor calidad de vida, como Pedro Aguirre Cerda, Cerro Navia, Lo Espejo y La Pintana, no hay clínicas.
Según explica Albornoz, la elección del lugar para la instalación de una clínica “se hace pensando en satisfacer a una demanda que se encuentra presente en el sitio, por lo que se atiende a una población que valora a ese prestador”.
Para Arteaga, esto también se traduce en un escape de especialistas hacia el sector privado. “Los médicos obtienen las rentas en ese sector porque lo que ocurre es que hay, desde el punto de vista de recursos, un déficit enorme en lo que son los estándares de exigencia que nos plantea el estar en la OCDE”, detalla.
Sin embargo, Albornoz enfatiza en que sí existe cobertura a toda la población: “Las clínicas están donde la gente las necesita, y donde tiene una marcada preferencia por ir a estos lugares”, y agrega que “lo importante es que la gente que demanda atenciones en las clínicas valora atenderse en ellas”.
Salud pública
Para los expertos, lo necesario actualmente para detener la brecha de desigualdad en la salud, es modernizar y fortalecer el sistema estatal. “El desafío que tenemos por adelante es cómo modernizamos el sistema de salud público para que llegue a tener estándares que nos haga querer atendernos ahí”, dice Arteaga.
De acuerdo a Calderón, además de fortalecer a la salud, se deben crear incentivos para mantener a los profesionales de este ámbito, ya que “faltan especialistas y profesionales que quieran trabajar en el sector público, porque saben que en el sector privado están las mayores rentas”.
Felipe Delpin, alcalde de La Granja y presidente de la comisión de salud de la Asociación Chilena de Municipalidades (Achm), postula que se trata de “una mirada absolutamente economicista de la salud, y esto se tiene que revertir con mayor inversión del Estado, creando hospitales”.
Según Albornoz, puede ser que en un futuro “cuando se realicen mayores inversiones, éstas se hagan en otras comunas distintas, donde ahora no hay prestadores”, además de no descartar mayor complementación entre el sistema público y privado.
Para el presbítero Felipe Berríos, es necesario que esta tarea la asuma el Estado y no los privados: “No podemos pedirles a las clínicas que hagan algo cuando es su sistema el que ha transformado la salud en un negocio”.
Fuente: Latercera
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19 Nov 2024