Las nuevas tecnologías de la información han cambiado las condiciones de los mercados de sistemas de pago. Este nuevo contexto hoy posibilita la entrada de nuevos actores y genera nuevos desafíos en materia de competencia para las autoridades reguladoras.
Históricamente, el control de las tarjetas de débito ha estado ha estado en los bancos.
Las tarjetas de crédito en tanto, si bien en un principio fueron emitidas y controladas por los bancos también, se democratizaron cuando el Retail entró como nuevo actor al negocio.
El funcionamiento del sistema de tarjetas de pago en Chile muestra importantes diferencias respecto de la operación en mercados avanzados como Europa, EE.UU. y Australia.
En estos mercados ya no se aplican varias reglas operacionales que estuvieron en el origen del sistema, por cuanto autoridades regulatorias o tribunales, según el caso, han considerado que contravienen la libre competencia. Sin embargo, tales reglas siguen vigentes en Chile.
En la mayoría de los mercados existe competencia en el rol adquirente, en tanto que en ese lado del mercado se observa en Chile una estructura monopólica a través de una compañía de propiedad de los bancos locales denominada Transbank.
Hoy en todo el mundo existe una necesitad de implementación de un Sistema de Pago en Tiempo Real, que permita resolver de forma fácil e inmediata las transacciones, beneficiando tanto a consumidores como a proveedores.
Para ello ha de crearse una infraestructura que permita realizar esto en el universo más amplio de mercado y siguiendo las normativas de la OCDE en estas materias.
Respecto de la libre competencia, la OCDE señala que han de minimizarse las barreras de entradas a nuevos actores. Esto teniendo en cuenta que en los demás países debido a regulaciones antimonopólicas existen varias empresas que ejecutan este tipo de transacciones, siendo un derecho del consumidor, el optar por una red o otra para procesar un pago.
En este marco, hoy en día, la empresa METRO S.A. puede entrar al mercado aportando una nueva carretera para las transferencias electrónica, tomando como base la tarjeta de transporte BIP, la cual dada su tecnología puede ser empleada como medio de pago en comercios diversos, entrando como un segundo actor al mercado de las transferencias electrónicas.
La incorporación de las personas naturales a los servicios financieros minoristas, entre los que se cuenta el acceso a medios de pago distintos al efectivo y el cheque, como son las tarjetas bancarias de crédito y débito, ha sido creciente y Chile no escapa a esa tendencia.
En los últimos años se aprecia una expansión significativa del mercado de las tarjetas de crédito en nuestro país, con un nivel de desarrollo muy superior al promedio de América Latina. Por ejemplo en Chile, según el registro correspondiente al mes de abril de 2015, el más reciente disponible a la fecha de elaboración de este estudio, 10,1 millones de tarjetas de crédito realizaron alguna operación en los últimos doce meses.
Los montos promedio de las transacciones también han aumentado, aunque su composición por tipo de operación muestra comportamientos distintos. Mientras el monto promedio de las compras se mantiene relativamente estable, los avances en efectivo se multiplican por dos y los pagos automáticos caen a la mitad.
Historia de las Tarjetas
En una primera etapa, las tarjetas eran del tipo llamado “propietario”, donde el emisor era normalmente un gran comercio que permitía a sus clientes adquirir bienes en su establecimiento mediante la tarjeta, reemplazando los pagos con efectivo y con cheque. Tales tarjetas eran “mono propósito”, en el sentido que sólo podían utilizarse como medio de pago en el mismo comercio que las emitía. Posteriormente, surgió una tarjeta “multi propósito” orientada a ser utilizada en los restaurantes por hombres de negocios que se reunían con sus clientes a cenar, llamada Diners Club, que aún existe.
Cuando los bancos entraron al negocio lo hicieron bajo la modalidad multi propósito, para lo cual era necesario atraer a los comercios para que aceptaran la tarjeta bancaria como medio de pago. Para tal fin, se requería por otra parte que el banco contara con una base relevante de clientes dispuestos a utilizar la tarjeta. Esta particularidad del sistema, que requiere de amplias bases de comercios y de titulares de tarjetas, es similar a la de los diarios y revistas que requieren, a la vez, avisadores y suscriptores. En términos económicos, se trata de un mercado de dos lados.
El Mercado Chileno
La situación del mercado chileno, en el que existe un monopolio en el rol adquirente a través de la empresa de apoyo al giro bancario Transbank, que es propiedad de los bancos locales. En el esquema de funcionamiento del negocio bajo el sistema monopólico de Transbank, dado que presta el servicio de adquirencia por cuenta de sus socios, existe una tasa de intercambio que está implícita en sus tarifas.
El funcionamiento del sistema de tarjetas en Chile no permite la competencia en el rol adquirente, que se concentra en Transbank, dando lugar a costos de transacción para el conjunto de tarjetahabientes y comercios que son superiores a los que habría en un esquema que permitiera competencia en la adquirencia. De hecho, el descuento al comercio en Chile es elevado si se le compara con el que se aplica en otros mercados, en particular Australia y Europa.
Otros países de la OCDE
Australia se convirtió en un líder global en materia de regulación de la tasa de intercambio para transacciones de débito, introduciendo en 2003 normas que imponen tasas máximas sobre la base de los costos de transacción. El banco central emitió una regulación basada en costos para determinar las tasas de intercambio aplicables a las transacciones con tarjetas de crédito y débito, optando por una tasa porcentual y por un cargo fijo, respectivamente. Las tasas obtenidas por el procedimiento de cálculo se revisan cada tres años. Desde noviembre de 2006, las tasas vigentes son de 0,50% para las tarjetas de crédito y de 15 centavos de dólar australiano para las tarjetas de débito
Más recientemente, otros países y regiones, tales como Canadá, Europa y Nueva Zelandia también han puesto en marcha una serie de regulaciones diseñadas para mejorar la transparencia de los procesos de intercambio, para impulsar la competencia, e incluso quebrar el duopolio de las marcas Visa y MasterCard. En los Estados Unidos, la denominada “Enmienda Durbin” a las leyes de reforma bancaria Dodd-Frank otorgó facultades a la Reserva Federal para imponer límites a la tasa de intercambio de tarjetas de débito.
Por otra parte, en su desarrollo inicial, los sistemas de tarjetas aplicaron ciertas reglas de operación destinadas a estimular la expansión de la red de comercios y de la base de tarjetahabientes. En la mayor parte de los mercados desarrollados, incluso en los Estados Unidos, tales reglas han sido proscritas porque se les considera contrarias a la libre competencia y porque llevan a que el consumidor prefiere las opciones de pago de mayor costo.
Tal es la situación de la regla de no sobrecargo (No Surcharge Rule), que prohíbe a los comercios diferenciar el precio del bien o servicio en función del medio de pago que utilice el consumidor, con la regla de no diferenciación (Non – Differentiation Rule), que prohíbe a los comercios diferenciar el precio entre tarjetas o entre distintas tarjetas de una misma marca, y con la regla que obliga aceptar todas las tarjetas (Honor All Cards Rule), por la cual un Comercio que acepta una tarjeta de una marca debe aceptar todas las tarjetas de esa misma marca.
Todas estas reglas están en plena aplicación en Chile, con el consiguiente perjuicio para comercios y consumidores.
Las características de la organización del sistema de pago con tarjeta en Chile es una anomalía y requiere ser corregida en términos de acercarla al funcionamiento de estos esquemas en mercados desarrollados. Ello redundaría en un beneficio social para la economía chilena y favorecería especialmente a los pequeños comercios y, por supuesto, a los consumidores.
En este contexto la entrada de METRO S.A. como operador de tarjetas de pago, nos parece un gran avance para fortalecer el mercado financiero chileno y entregar cobertura a sectores hasta ahora no incluidos por el sistema. Es decir, personas de segmentos no bancarizados y comercios semiinformales como las Ferias Libres, entregando beneficios de forma transversal a todos los usuarios.
Fuente: Laura Medel
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19 Dic 2024