Noticia | 16 Diciembre 2011

De Pollos y Bancos: El Error de creer que todo sigue igual.

Como bien da a entender Manuel Cruzat V. en su columna titulada “Colusión en los pollos: quién puede lanzar la primera piedra”, en referencia a la eventual colusión de productores de carne aviar detectada por la FNE, las prácticas anticompetitivas han jugado, en mayor o menor grado, un rol en el desempeño empresarial criollo. Por lo tanto, desde ese punto de vista, no debiere ser llamativo el presente requerimiento.

Sin embargo, lo que sí llama la atención es la cero capacidad de parte de los privados de entender el escenario en que se están desenvolviendo las industrias, en general. O mejor dicho, de no estudiar los tiempos. O con mayor precisión, de no lograr comprender que las cosas han cambiado, y para bien. En términos simples, saber leer el entorno económico y asumir, de una vez, que la libre competencia se va asentando, poco a poco. Lograr visualizar, en definitiva, que prácticas u omisiones que por años fueron conocidas pero no sancionadas, hoy serán fiscalizadas, reprimidas o bien consultadas.

Ese fue el error de LAN. No entendió que una operación de concentración como la que quería materializar con TAM debía ser consultada ante el HTDLC. La porfía le salió cara, y bien cara. Y ese fue el error de las empresas avícolas. No fueron capaces de leer lo que sucedía. En prever que la creación de una área especializada de la FNE en torno a materias agrícolas, más la unidad de carteles de dicha entidad, eran argumentos más que suficientes para evitar prácticas restrictivas. Además, de una FNE hambrienta de casos de alto impacto… Es el error de creer, insistentemente, que todo continuará igual.

Los bancos

Nadie puede ser tan irresponsable de ignorar lo anterior. Ni menos, aquel que es fiel reflejo, en el inconsciente colectivo, y en su esencia, de un mercado poco competitivo, léase: la banca.

Cuando hablamos de falta de competencia en la banca no nos referimos necesariamente al número de actores sino que a un mercado que opera con altas barreras de entrada, con sociedades de apoyo y filiales bancarias que crecen, entre otras, a expensas de bases de clientes de los bancos y donde unas subsidian a la otra, con costos de acceso al crédito, valores bolsa y utilidades fuera de todo rango competitivo.

Los bancos han sabido lidiar brillantemente con la pasividad del entorno respecto del tema. Así, era tan escasa nuestra cultura de competencia que, años atrás, la fusión de los bancos Santander y Santiago se aprobó sin medidas de mitigación de parte de la Honorable Comisión Resolutiva ya que se le consideraba como una “operación sin riesgos para las condiciones de competencia”. Peor aún, era tan pobre nuestro entorno de competencia que la operación de concentración entre los bancos Edwards y Chile ni siquiera fue conocida por la entidad competente. Por otra parte, era tan ágil la “estructura bancaria” que logró escabullir y prácticamente pasar desapercibida, ante fragantes sanciones por abuso de posición dominante respecto de algunas de sus sociedades de apoyo.

Pero como señalásemos en el acápite anterior, las cosas están cambiando. Un ejemplo lo constituye una editorial del mismo diario El Mercurio quien, en su edición del lunes 12 de diciembre, publicó sobre la quiebra de American Airlines. Dicha editorial se refería, entre otras, sobre la falta de competencia de la industria aérea nacional en contraste con una como la norteamericana. “Su debilidad financiera (respecto de American) se agravó con el alza de los combustibles y la intensa competencia en el mercado de los EE.UU. que se ha traducido en que casi todas las grandes empresas aéreas hayan quebrado al menos una vez.” Haciendo el contrapunto con el caso nacional sostuvo que: “Desde luego, la situación de nuestra principal empresa aérea es mucho mejor, lo que confirmaría que se trata de un mercado menos competitivo, explicado por la alta concentración.”

Necesario es decir que no fueron 1 ni 2 ni 3 sino que 4 las editoriales en que dicho medio hizo críticos análisis en torno a la Consulta por la operación entre LAN y TAM. Tarde, pero al fin, reparó en términos similares del fondo de la Consulta: De la falta de competencia en un mercado tan sensible para la población.

¿Qué hacer?

La editorial citada acierta en algo fundamental. Reconocer lisa y llanamente la existencia de mercados no competitivos. Dicho sea de paso, la industria aérea goza de similitudes riesgosas desde el punto de vista de la competencia con la bancaria. Ambas son industrias de redes.

Cuando hablamos de falta de competencia en la banca no nos referimos necesariamente al número de actores sino que a un mercado que opera con altas barreras de entrada, con sociedades de apoyo y filiales bancarias que crecen, entre otras, a expensas de bases de clientes de los bancos y donde unas subsidian a la otra, con costos de acceso al crédito, valores bolsa y utilidades fuera de todo rango competitivo, una asociación gremial que ha sabido defender, eficientemente, los intereses de sus asociados y donde finalmente, los pequeños no han sido capaces de desafiar a los grandes cuando éstos los han vapuleado. Todo lo anterior, a vista y paciencia de los reguladores.
Ciertamente el descrito es un cuadro de acuerdos implícitos o explícitos. Una suerte de acciones u omisiones que hablan, por una parte de ignorancia, pero también de acuerdos por sobre conductas paralelas.

Es este nuevo escenario, con actores privados más empoderados, que LAN no entendió; es este nuevo escenario, frente a una FNE más aguda e incisiva, que las firmas productoras de carne no visualizaron. Es un nuevo escenario, en definitiva, en torno a pilares de competencia que es tiempo que privados y el regulador comiencen a estudiar. Porque hoy día, un requerimiento por colusión similar al formulado años tras contra las isapres, y que éstas ganaron 3-2 en sede de competencia, podría tener un resultado muy diferente al ya habido, muy a pesar de algunos.

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