Una de las regiones que consume más pan en el mundo trata una nueva receta contra la hipertensión: pan con menos sal. En la región que ayudó a acuñar la frase “más bueno que el pan”, el consumo de esa cotidiana masa de harina podría estar causando más daño que beneficio.
Los diez países de Latinoamérica que encabezan el consumo de pan en la región ingieren conjuntamente más de 430 kilos del producto al año, con extremos como Chile y Argentina, donde el promedio es 98 y 83 kilos por persona, respectivamente -el peso de una persona adulta, pero convertido en harina, agua y sal.
Es justamente este último ingrediente el que hace que el pan, en esas ingentes cantidades, sea potencialmente dañino para los consumidores latinoamericanos.
Un argentino, por ejemplo, ingiere el 25% del total diario recomendado de sal a través del pan que consume – unos 190 gramos cada día. En Argentina se consume 12 gramos de sal por día por persona, más del doble de lo sugerido por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Obviamente, el alto consumo de pan también conlleva riesgos. Según la Organización Panamericana de la Salud, la dieta de los latinoamericanos, especialmente rica en sal y carbohidratos, es una de las causas de la hipertensión, el segundo mayor factor de riesgo de cardiopatía en América Latina luego de la obesidad.
Debido a la ausencia de síntomas obvios, se calcula que una de cada tres personas no sabe que la padece. Si bien los mayores consumidores de pan y sal son los sudamericanos, México y Centroamérica no se quedan atrás. El primero consume unos 33 kilos de pan per cápita al año, mientras que Costa Rica se engulle 52 kilos.
Algunos gobiernos ya han tomado cartas en el asunto. México removió la comida chatarra y las bebidas azucaradas de las escuelas. En la última década los cambios dietéticos han quitado unos tres kilos anuales de pan por persona de las mesas mexicanas. Bolivia, Colombia y Ecuador promueven cada vez más la actividad física. En Perú, se incentiva la comida tradicional como una alternativa saludable a las comidas procesadas.
En Argentina mientras tanto, los panaderos han iniciado una campaña para reducir la sal en sus productos. Más de7.000 panaderías participan en la iniciativa del Ministerio de Salud “Menos sal, más vida” a través de una nueva receta de pan que reduce la sal de 900 a 750 gramos por cada bolsa de 50 kilogramos de harina.
Menos sal, más salud
Rubén Salvio, panadero desde los 13 años, probó esta nueva receta en su propia panadería en la localidad de Quilmes, provincia de Buenos Aires.
Dice que la repuesta de los consumidores fue positiva y que incluso la calidad del producto es mejor. “Hicimos varias pruebas piloto y poco a poco, la gente se fue adaptando”, comenta Salvio, quien también es presidente de la Federación Argentina de Industriales Panaderos y Afines.
“Gracias a una serie de estudios se comprobó que un pan con menos sal no perdía ni la calidad ni el gusto, y al mismo tiempo lograba un impacto positivo en personas con hipertensión”, comenta por su parte Fernando Lavadenz, especialista de salud del Banco Mundial.
Además de las panaderías, 45 empresas alimenticias de Argentina se comprometieron a disminuir la cantidad de sodio en sus productos elaborados, lo que implica una reducción de sal en casi 500 alimentos de consumo masivo como sopas, aderezos, conservas y galletas.
Según el ministerio, se logró reducir en el país el consumo personal de sal en un gramo diario, lo que técnicamente significa evitar la muerte de alrededor de 2 mil personas por año.
Y tú, ¿te animarías a comer pan con menos sal?
Por Carolina Crerar, comunicadora del Banco Mundial.
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21 Nov 2024