El glifosato, el plaguicida más vendido en el mundo, es “probablemente cancerígeno para los seres humanos”, según la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC).
Con mucha expectación se esperaba la publicación de este informe sobre el glifosato. Para consumidores, agricultores y fabricantes, así como para el diseño de políticas públicas, mucho dependía de esta clasificación porque se trata de la salud, las formas de producción agroindustrial y de las ganancias millonarias de productores de plaguicidas, como Monsanto, Syngenta y Dow Agrosience.
La publicación es de particular importancia porque en los próximos meses la licencia del glifosato en Europa y en los Estados Unidos expirará y las autoridades deben decidir si brindar una nueva aprobación del químico. En Alemania, se estima que entre el 30 y el 40 por ciento de las tierras de labrantío son tratadas con este herbicida, que también se utiliza en pistas ferroviarias, parques y jardines.
La IARC concluye que el glifosato es una sustancia de alta peligrosidad pues probablemente produce cáncer y daña el material genético. La publicación cita también el hallazgo de restos del químico en la sangre y orina de trabajadores de la agroindustria y hace solo un mes, en Alemania, otro estudio descubrió residuos del mismo herbicida en la leche materna.
Futuras licencias pendientes en UE
Un rol crucial en futuros usos del químico es el que le corresponde al Instituto Federal Alemán para la Evaluación de Riesgos (BfR), pues a finales del 2015 caduca la licencia de uso del glifosato en la Unión Europea y Alemania es responsable de la coordinación del nuevo proceso de licenciamiento.
En el pasado, el BfR afirmó que no había “ninguna evidencia de cancerígenos, efectos negativos sobre la reproducción o sobre los frutos debido al glifosato”. Sin embargo ahora, el Instituto Federal se propone examinar el informe de la IARC para luego enviar su criterio a la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (AESA).
Asociaciones ambientalistas y de consumidores han manifestado su preocupación por el uso del pesticida desde hace ya mucho tiempo. Ahora, motivados por el estudio de la agencia internacional, demandan cambios en las políticas. La clasificación como “probablemente cancerígeno es razón para una prohibición absoluta”, dijo Heike Moldenhauer de la Federación alemana para el Medio Ambiente y la Naturaleza. “Todos los usos en que las personas entren en contacto directo con el glifosato, debe ser suspendidos inmediatamente”, comentó Christiane Huxdorff, experta en agricultura de Greenpeace.
La industria intenta apaciguar
La Asociación de Productores de Glifosato, que representa los intereses de las empresas fabricantes del pesticida, ha contradicho el análisis de la IARC, afirmando que tiene “de poca a ninguna relevancia en materia de evaluación de sustancias protectoras de plantas” y asegura que este criterio cambiará. “Asumimos que las autoridades de licenciamiento de todo el mundo, que contradicen lo dicho por la IARC, analizarán cuidadosamente los resultados”, afirmó Ursula Lüttmer-Ouazane.
La asociación afirma que el riesgo es pequeño y compara la peligrosidad del glifosato con la del consumo de alcohol.
Fuente: LaNación