-Así lo expresó en carta remitida a El Mercurio
“Si a uno lo asaltan en la calle o en su casa y le sustraen una cantidad de dinero mediante fuerza, violencia o amenaza, no se duda de la existencia del delito de robo, el perjuicio económico ocasionado, ni la necesidad de cárcel como castigo, junto a la emoción y el repudio que producen en la víctima y en la sociedad hechos de esa naturaleza.
Por el contrario, si por la compra de un producto en un supermercado uno paga una suma superior a su valor como consecuencia de un acuerdo o pacto de productores, el perjuicio puede ser similar al del robo, pero difiere en las características de sus autores, el procedimiento empleado y la percepción ciudadana del hecho.
Porque la colusión la deciden y ejecutan profesionales competentes y personas ilustradas, con cabal conocimiento del carácter masivo del perjuicio que ocasionan y el uso de procedimientos sutiles y difíciles de detectar y, por lo mismo, sin los efectos emocionales y de repudio inmediato que ocasiona el robo.
Por último, el loable -pero complejo- proceso de compensaciones aún abierto puede llegar a ser, según su forma de acuerdo y resultados, una oportunidad inédita de corrección y educación ciudadana en la medida en que la reparación vaya acompañada de una clara política empresarial de prevención orientada al bien común y de efectivos controles corporativo, estatal y ciudadano”.
