El experto Axel Dourojeanni, explica que Chile es el único país de América Latina que no tiene una gestión del agua por cuenca. A medida que la población mundial y la expansión urbana aumenta, y que los países alcanzan mayor crecimiento y poder económico -tal como ha pasado en los últimos 30 años-, la demanda por recursos hídricos ha crecido de manera exponencial. Y particularmene en los países de Latinoamérica esta demanda no ha tenido un aumento proporcional en la capacidad de gestión de los recursos, afirma Axel Dourojeanni, gerente de Agua y Medio Ambiente de Fundación Chile.
El experto, que se presentará en “Water Week Latinoamérica”, a realizarse entre el 17 y 22 de marzo en el Hotel Sheraton Miramar de Viña del Mar, asegura “que las intervenciones sobre las cuencas y el agua aumentaron enormemente, pero aún falta mejorar las capacidades institucionales de las organizaciones, tanto del Estado como de los usuarios, del agua”.
Añade que a pesar de que algunos países incluso han buscado gestionar de manera eficaz el agua y mitigar los efectos de la escasez hídrica, modificando o actualizando sus leyes, queda mucho por hacer. Ese es el caso de Brasil y México, que han creado agencias y consejos de cuencas que se encargan de mejorar la eficiencia en el uso del agua a través de dos instancias: reuniones periódicas que agrupan a diferentes actores relacionados con el recursos, entre ellos, privados con derechos de agua, sociedad civil y gubernamental y por otro lado, un equipo técnico. También se encuentran los casos de Venezuela, Ecuador y Perú, los que de la misma manera integran este modelo de organización por cuenca, pero han tenido retrasos en su implementación.
Medidas locales
En Chile, en tanto, se han realizado diversas iniciativas, como las “mesas de agua”, principalmente en el norte del país, “para tener una mirada sobre lo que sucede particularmente en cada cuenca. Pero aún así, Chile es el único país de América Latina que no tiene una decisión sobre la gestión del agua por cuenca”, explica Dourojeanni.
Añade que a pesar de que profesionales y usuarios del agua han buscado diversas formas de “postergar” los problemas que trae consigo la escasez hídrica (como los conflictos sociales), mediante la construcción de obras hidráulicas de regulación, trasvases de agua, explotación de acuíferos, control de fuentes de contaminación, tratamientos y reutilización de agua, entre otras. Sin embargo, estas técnicas tienen límites de aplicación, dice Dourojeanni.
“Chile aún tiene mayores soluciones en infraestructura, pero es necesario administrarlas bien. Por lo mismo, se debe reforzar la Dirección General de Aguas con mayor información en tiempo real, mejor fiscalización de los derechos otorgados”, plantea el experto, ya que de lo contrario, el país podría verse en problemas principalmente en tiempos de sequías.
Por ejemplo en Copiapó, donde de acuerdo a informes del Dictuc, ingresan alrededor de cuatro mil litros de agua por segundo en promedio anual y las personas que tienen derechos de agua están sacando ocho mil, “la diferencia de esos cuatro mil se hace a costa de bajar los niveles de reserva de agua subterránea, que sirven principalmente cuando hay escasez”.
O lo que sucede en las zonas mineras, donde se ha evidenciado la falta del recurso hídrico y las industrias han tenido que desalinizar agua o transportarla desde el sur, con grandes costos y generando una gran dependencia del sistema, sostiene.
POR PAULA PEÑALOZA
FUENTE EL MOSTRADOR