La primera farmacia popular empieza a dar sus pasos en Santiago para que los chilenos de pocos recursos puedan comprar medicamentos más baratos, en un país donde el costo de la salud llega a desequilibrar hasta a las economías más sólidas.
“En Chile se conformó un oligopolio formado por tres cadenas de farmacias”, las gigantes Salcobrand, Cruz Verde y Ahumada que “controlan tanto los lugares de venta de medicamentos, como los precios. Se instalan en los sectores de mejor situación económica, pero en los barrio populares prácticamente no existen”, critica Hernán Calderón, presidente de la Corporación Nacional de Consumidores y Usuarios de Chile (Conadecus).
Más de 50 comunas en Chile carecen de farmacia, lo que trata de reparar la nueva Ley de Fármacos – aprobada en 2014 durante el gobierno del conservador Sebastián Piñera – que prevé la instalación de almacenes farmacéuticos donde no hay farmacias.
Pero Calderón critica que esta ley “no reguló ningún precio de medicamentos ni estableció cuáles son los esenciales para poder fijar el precio máximo como sucede en otras partes del mundo”.
A esa dificultad se suma la cambiante convivencia de los fármacos sujetos a patente y de los genéricos cuya calidad fue certificada oficialmente (bioequivalentes) y genéricos comunes.
Con varias recetas en sus manos, Raquel Oyarse cruzó las puertas de la ‘farmacia’, convencida de que el proyecto -ideado e instalado por la comuna de Recoleta (norte) – le dará una “vida más económica, mejor”.
“Yo gasto 200 mil pesos (unos 290 dólares) al mes, ya llevo 20 años con este gasto y ahora esto va a cambiar todo para mí”, comentó a la AFP Raquel, que a sus 83 años carga con la responsabilidad de costear el tratamiento psiquiátrico de su hijo.
La anciana es una de las 600 personas que se inscribieron en el registro durante la primera semana de funcionamiento y que en unos días recibirá la medicación.
Documentos personales, declaración de ingresos, receta médica, son los requisitos que deben presentar los interesados en recibir, previo encargo, sus medicinas.
Los usuarios de este sistema se beneficiarán de los precios que negocia el Estado para todo el sistema de salud.
“Este medicamento, en farmacia, cuesta 56.190 pesos (unos 82 dólares). Y aquí me costaría alrededor de 2.700 pesos. Así que imagínese la diferencia que sería en un hogar donde mi hija tiene que consumir cuatro cajas” al mes, comentó eufórica Carmen Moreno, otra de las futuras usuarias del sistema.
Para Daniel Jadue, Alcalde de Recoleta, es esperanzador que vecinos logren “ahorrar el 90% de lo que gasta mensualmente en remedios” y que la salud deje de ser un lujo.
Con el tiempo “va a ser un movimiento absolutamente nacional”, afirmó Jadue, que confirmó el interés de otras comunas en el proyecto.
– Escasez de farmacias –
La iniciativa ha sido recibida con aplausos y algunos recelos. Todavía resuenan los ecos de un gigantesco escándalo destapado en 2008 que involucraba a las tres grandes cadenas farmacéuticas, reinas del mercado con más de mil locales y el 90% del negocio, por comprobada colusión de precios.
Si en el centro de Santiago la abundancia de farmacias parece reflejo de una gran oferta, el número se reduce drásticamente en otros barrios de la ciudad y en el resto del país.
– Monopolios -.
Un antibiótico original puede costar unos 27.000 pesos chilenos (unos 39 dólares), su bioequivalente 12.000 y un genérico 5.000 pesos. Pero a menudo, la farmacia no cuenta con el genérico.
Para el presidente del Colegio de Químico Farmacéuticos, Mauricio Huberman, un problema es que los laboratorios han invertido en bioequivalentes dejando en muchos casos de lado la producción de genéricos, lo que ha encarecido el costo promedio.
Para Calderón, una mayor competitividad – que empuje a hacer bajar los precios de los medicamentos – requiere extremar los controles sobre los negocios que las grandes cadenas cierran con los laboratorios y que perjudican a las farmacias independientes, que suman el 10% de las ventas según Huberman.
La salud en Chile entraña elevados costos que corren en su mayor parte a cargo del paciente que a menudo se endeuda o hipoteca su casa para costearlos. Apenas el 16% de la población tiene seguros privados que complementan al obligatorio público y que cubre una ínfima parte de los gastos que genera una enfermedad, una hospitalización o una intervención quirúrgica.
fuente: Swissinfo
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12 Nov 2024