Cada 29 de septiembre se celebra el día mundial de concientización del desperdicio de alimentos, un día que pasa desapercibido pero que muestra una problemática que ocurre en todo el mundo, la hambruna es otra situación de gravedad que también deben considerar todos los consumidores.
Según la Organización Mundial de Alimentos y Agricultura (FAO, en sus siglas en inglés) corresponde a un problema creciente de hambruna y malnutrición en el mundo.
Consecuencia de la pandemia de Covid-19 son 828 millones de personas las que sufrían hambruna en 2021, un aumento de 46 millones desde 2020 y de 115 millones desde 2019, hasta 3,1 mil millones de personas no se pueden permitir una dieta saludable, tanto por acceso a los mercados como por carencias financieras.
Es crucial que los consumidores puedan orientar sus compras a un consumo sustentable, en que se considere una actuación responsable en las consecuencias de los productos que utilizamos cada día. Planificar, almacenar y congelar nuestros alimentos permitirían disminuir las cantidades que llegan a la basura.
En Chile se pierden más de 60 kilos de pan por familia al año, según estima la Agencia Mundial del Hambre, corresponde al 16,7% del consumo promedio nacional, convirtiéndose en 1.62 millones de toneladas en residuos que terminan en los distintos servicios sanitarios del país.
El estudio “Cuánto alimento desechan los chilenos” de la Universidad de Talca publicado el 2017 afirma que el 95% de los chilenos consideran que botar alimentos es una práctica normal en sus economías familiares, sin considerar el destino final de los desechos.
Actualmente, son varios los proyectos de ley que descansan en el Congreso Nacional para regular el desperdicio, la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados dispuso un proyecto que modifica el Código Sanitario (Boletín N° 10198-11).
La modificación apunta a que los comercios que sirvan alimentos permitan a los usuarios llevar sus productos no consumidos, de igual manera prohíbe que la comida no comercializable y apta para consumo humano no sea destruida, es decir que productos cercanos a su fecha de caducidad o cuyos empaques se encuentran maltratados sean donados, tanto a personas como a animales, también con fines agrícolas.
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