Flotando entre los más vulnerables y la elite de altos ingresos, el grupo denominado como tal no tiene, según los sociólogos, ni seguridad de su estatus ni definición identitaria. Por lo mismo, advierte Alberto Mayol, es el grupo que se abstiene en las elecciones y es el receptor potencial de nuevos discursos políticos, diferentes a los dos bloques tradicionales.
Con más recursos económicos, mayor escolaridad, pero más individualista. Así ha evolucionado la clase media chilena en los últimos cinco años.
La clase media es un término difícil de encasillar en un grupo en específico de la población y, de hecho, un gran porcentaje se autodenomina habitualmente como tal. Sin embargo, si consideramos los datos de la encuesta Casen y tomando exactamente la población que está justo en la mitad de la distribución de ingresos (el Tercer Quintil), hay varias tendencias que se han mantenido durante los últimos años.
De hecho, en términos de ingresos, se ve una evolución positiva tomando incluso los últimos diez años. Si en 2006 el ingreso del hogar de este grupo llegaba a $478.066, en 2015 totalizaba $625.593, ambos datos descontando inflación, con lo que el alza real de ingresos fue de 30% en 10 años, 8 puntos por sobre el aumento a nivel de la población total. Con esto, ese ingreso promedio en 2015 es equivalente al 72,8% del ingreso nacional, 4,5 puntos porcentuales más que en 2006 y 3,5 pp por encima de lo registrado en 2011.
Asimismo, en el tercer quintil el 64,9% dice vivir en una vivienda propia, cuatro puntos más que en el quintil de mayores recursos, dando cuenta de la mayor valorización por este ítem.
Afectadas por subidas de precios
La directora de la Escuela de Sociología de la Universidad Diego Portales, María Luisa Méndez, señala que mientras en Europa y en EEUU la clase media fue afectada por la pérdida de la vivienda; en Chile han sufrido un encarecimiento del costo de la vida principalmente en las ciudades grandes -Santiago, Concepción- donde los servicios básicos han aumentado de precio, la movilización, la educación, lo que ha provocado una reducción de sus ingresos. “Se encuentran con restricciones claves a la hora de mejorar su bienestar como ir de vacaciones, o salir fuera de casa, o ahorrar para una vivienda”, acota.
Porque, explica, la clase media en Chile es una población con ingresos que le permiten cubrir las necesidades básicas, pero no cuentan con una holgura importante para enfrentar cambios relevantes en los ingresos. “Estudios señalan que la clase media ha ido creciendo hacia ocupaciones de mayor estatus, tienen más educación, mayor acceso al consumo, pero la pregunta es hasta qué punto esas posiciones son estables y traen consigo mayor calidad de vida. La vulnerabilidad de este sector genera gran discusión porque pueden caer a la pobreza o al endeudamiento”, recalca la directora.
De hecho, comenta que es probable que la clase media en Chile disminuya cuando se crucen los datos con la Casen 2015 al integrar nuevos factores de vulnerabilidad -entorno, acceso, redes-, que van más allá del sólo componente de ingresos. “Hay que tomarse con precaución lo del crecimiento de la clase media, porque no es firme ni arraigado, pues al dejar la pobreza dejan muchas formas de apoyo porque no hay políticas universales que beneficien a este grupo. Los nuevos factores multidimensionales pueden mostrar que el panorama no es tan optimista”, subrayó.
Una postura similar mostró Alberto Mayol, académico de la Facultad de Administración y Economía de la Universidad de Santiago al manifestar que si bien puede haber aumentado la clase media (por ingresos), “también se observa una corrosión de la subjetividad, no tienen posición de clase muy definida, un día su comportamiento está más asociado a la clase alta, y otros a los sectores más bajos”.
Quedan “flotando”, acota, entre los sectores de más altos ingresos que se insertan en la sociedad a través del mercado, y los más vulnerables que son beneficiarios de la ayuda estatal, por lo tanto no se apropian de una definición. “Es ahí donde se concentra la abstención (electoral), porque al no tener clara su posición no pueden tomar definiciones, no saben dónde están parados ni se definen por el lugar que habitan. Hay una tendencia al individualismo que se traduce en una falta de correspondencia con las normas sociales, sólo les interesa su futuro, su vida privada”, señala.
Ese nivel de inconformismo lo hace presa más fácil para discursos electorales más disruptivos. “Los altos niveles de malestar social, las incongruencias de estatus, lo transforman en caldo de cultivo para nuevas ofertas políticas fuera del repertorio tradicional de los dos bloques establecidos”, concluye.
Fuente: Pulso
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21 Nov 2024