Azúcar, sal, grasas… LOS ENGAÑOS que esconden las etiquetas de algunos alimentos
A petición de “La Segunda”, el laboratorio de la Seremi de Salud analizó algunos productos. Unos cuchuflíes, que se venden en el supermercado, tenían ¡552%! más de sal que lo declarado. Se abrieron sumarios.
Ley Super 8″ la llamaron, en forma un tanto despectiva. Pero esta semana vio la luz y promete -a un año plazo- que cada alimento envasado lleve una etiqueta que alerte con un simple logo si es “alto en” grasas, azúcar, calorías o sal. Gran cosa porque, hasta hoy, el etiquetado de los alimentos es complejo de entender, no alerta si tiene algún compuesto en exceso y a veces es hasta “mentiroso”.
Porque lo que se informe depende exclusivamente del fabricante, que debe hacer costosos estudios para definir qué nutrientes -y en qué cantidad- tienen sus productos.
Quienes no pueden hacer tales análisis (generalmente los pequeños empresarios), usan tablas pre establecidas por el Ministerio de Salud, porque la ley así lo permite. Es decir, si lo suyo es el chocolate con avellanas, usa el estimado que más se le aproxime de acuerdo a los componentes. Pero no necesariamente corresponde a la fórmula que él está aplicando. Y la fiscalización está en manos de un solo servicio, la Seremi de salud. Así las cosas, lo que proclaman las etiquetas hoy en Chile no es totalmente confiable. No en todos los casos al menos.
El resultado fue sorprendente: Sólo dos de ellos decían la verdad en sus etiquetas. Unos cuchuflíes artesanales tenían un 552% más de sodio que lo declarado. La seremi Rosa Oyarce calificó tales resultados como “un engaño al consumidor, es preocupante que no sepamos realmente lo que estamos consumiendo. Hago un llamado a los fabricantes de alimentos a ser más responsables con el etiquetado y elaboración de sus productos”.
El “desastre” de las galletas y snacks
Este tipo de anomalías ha sido denunciada por la Corporación Nacional de Consumidores (Conadecus). Gracias a fondos concursables (un muestreo exhaustivo de 5 o 6 productos en un laboratorio privado cuesta $3 millones, dice su presidente, Hernán Calderón) han analizado varios alimentos.
-¿Qué porcentaje de los productos salió bien?
-No diría que más de un 20%. Las galletas fueron realmente un desastre. Analizamos más de 80 tipos de ese producto y snacks y ninguno cumplió la norma. O era por grasa, sodio, o colesterol alto. En el caso de los helados, pasó lo mismo, todos superaron lo declarado en el envase, con todas las consecuencias que ello tiene para la salud de las personas que no saben realmente lo que están consumiendo. Y en Chile hay muchos diabéticos.
Al subsecretario de salud Pública, Jorge Díaz, le preguntamos:
-Las empresas grandes tiene laboratorios propios, pero en las fiscalizaciones se comprueba que también sus rotulados no siempre son exactos. ¿Es porque con más sal o azúcar los productos son más sabrosos?
-No. Yo creo que es porque no se ha logrado todavía en nuestro país un control homogéneo de la calidad. La producción de alimentos en muchas ocasiones tiene variaciones dependiendo de los insumos que se utilicen. Si uno hace un testeo, hay periodos en que el producto final de repente se eleva en algunos nutrientes y en otras ocasiones, baja. Si uno lo pesca allá arriba hay productos que en vez de 100 milígramos de sal tienen 120 mgs, y en otro estado de la curva tiene 98 mgs. Es una situación que observamos a lo largo del tiempo y que condiciona las fallas que se detectan.
Y recalca: “Esta nueva ley -que debiera estar operativa en un año más- lo que va a hacer es obligar a la industria a ir hacia un proceso de mayor calidad en este sentido. Ese es un efecto colateral” (ver pág. 14).
Inta: Se debiera subvencionar a productores
En el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos, INTA, testean los componentes de los alimentos a solicitud de empresas. En base a esa experiencia, la gerente de la Dirección Técnica, Carmen Gloria Yáñez, relata que “las grandes empresas pueden hacer análisis en sus propios laboratorios y además externalizan algunos servicios. Constantemente están haciendo chequeos y reformulando sus productos”.
-¿Qué pasa con los productores pequeños?
-Ellos tienen un problema de costo, porque los análisis no son baratos. Si quieren cumplir con el etiquetado nutricional, que es lo más básico, requerirían un análisis proximal (calorías, proteínas grasas totales, hidratos de carbono) y uno de sodio. Ambos tienen un valor de 3,5 UF para una muestra. Pero, por ejemplo, si es un chocolate y tiene más de 3 gramos de grasa, debe desglosarlas y eso son 14 UF más. Y si es un producto con harina, tiene que hacer la fibra dietaria total, que cuesta 5,5 UF.
En resumen, agrega, “para hablar de lo más básico, el productor necesita el análisis proximal, sodio, y fibra dietaria total, como 10 UF. Son precios que para los productores pequeños no son posibles, por ejemplo si está sacando dos o tres productos al mercado. Entonces, hacen las etiquetas nutricionales basándose en las tablas de referencia, que son estimaciones”.
-¿Han tenido experiencias con productos de empresarios pequeños?, ¿qué pasó?
-Hace algunos años, Indap, para impulsar el desarrollo del pequeño campesino, pagó el análisis a cien productores que tenían sus etiquetas hechas, no sé de dónde las habían sacado. Como en el 80% de los casos las variaciones eran importantes. En muchos casos habían copiado de otros las etiquetas. Un elaborador de mermelada, por ejemplo, había anotado lo que vio en un frasco en el supermercado. No tenía la información ni el respaldo de nada. O colocaban exactamente la misma información para un manjar con lúcuma y otro con nuez, que tienen aportes distintos.
Seremi: “Una empresa debe tener controles de calidad”
Rosa Oyarce se ha hecho conocida por aparecer flanqueada por sus fiscalizadores y cerrar sin compasión cualquier local que no cumpla con las normas sanitarias. Grandes supermercados incluidos.
También está en ese departamento del Ministerio de Salud el control del etiquetado nutricional. “Somos el brazo operativo de Salud en el sentido de hacer vigilancia, auditorías, fiscalización”, indica.
Para comprobar lo del rotulado, explica, hay dos formas: Una es tomar muestras al azar, llevarlas a laboratorio y comprobar que cumplan lo declarado en nutrientes críticos como azúcares, grasas o sodio.
La otra forma de fiscalización es más teórica: Revisar la “trazabilidad de la documentación en base a la producción que está teniendo la empresa”.
-¿Como lo hacen para saber que el 3,2 declarado de grasa no es realmente 3,3?
-Una empresa debiera tener controles de calidad de lo que está produciendo. Si el yogurt tiene 5 gramos de azúcar por porción, los controles deben decir eso. Cuando nosotros hacemos una auditoría, verificamos esa trazabilidad.
-Pero si la empresa no tiene control de calidad y sólo usa tablas de referencia, hay que creer en sus declaraciones.
-Aunque sea una empresa chiquita debe tener controles de calidad. Si no es así, se somete a sumario esa empresa.
Según la información de la seremi, el 2011 “el total de alimentos auditados por Etiquetado Nutricional Obligatorio, corresponde a 4.993 productos, de los cuáles 187 resultaron no conforme con el Reglamento Sanitario de los Alimentos”.
El problema de los laboratorios
El último análisis realizado por Conadecus fue a chocolates. Y, señala Hernán Calderón, “una cosa que detectamos es que en Chile no es obligatorio decir cuánto cacao tiene un chocolate. Y además, que no existe en el país un laboratorio que pueda hacer ese análisis”.
No es todo, porque “una empresa productora puede contratar un laboratorio al gusto particular, porque no está estandarizado el tipo de ensayo. Por tanto, de acuerdo al procedimiento y tecnología se pueden obtener distintas variantes. De hecho, en el estudio de los chocolates el primer laboratorio que contratamos tenía información errada, retrasos, informes que venían mal hechos. Y esos son los laboratorios con que trabaja normalmente la industria. Nosotros informamos de esto al Sernac y a las autoridades, porque fue un desastre. Por eso hemos pedido que haya un organismo público que regule, fiscalice y certifique los procedimientos”.
-Según ustedes, ¿por qué no ponen toda la verdad las empresas en sus etiquetas nutricionales?
-Puedo hablar con el ejemplo del chocolate. Cuando no quiero colocar la cantidad de cacao que tiene un chocolate, tal vez es que no usa cacao, sino un sucedáneo, y ese sucedáneo tiene grasa. El chocolate de consumo masivo tiene un muy bajo porcentaje real de chocolate.
Es que, como si fuera poco todo lo descrito antes, actualmente no hay límites para la cantidad de nutrientes críticos que deben tener los alimentos, excepto las grasas trans. Entonces, incluso aunque el etiquetado refleje fielmente el contenido de los alimentos, si dice que tiene 400 o 500 milígramos de sal, no hay nada que hacer. Su presión arterial tal vez reclame, pero nadie más.
De cuatro productos testeados a petición de “La Segunda”, dos salieron con exceso de sal y grasa.
Para comprobar científicamente si las empresas cumplen con el rotulado, en un supermercado Lider de Vitacura compramos galletas saladas, un Mankeque, una sopa con fideos instantánea de origen chino y un paquete de cuchuflíes Viviane Montecarlo y las entregamos al laboratorio de la Seremi de Salud.
Luego de dos semanas de análisis, el resultado fue concluyente: las galletas saladas y el quequito relleno con manjar salieron cero falta.
En cambio, la sopa sabor Camarón marca Loveme de 65 gramos “presenta un 35% más de la grasa total declarada en el rótulo o etiqueta (límite es hasta un 20% sobre lo declarado, de acuerdo a la ley)”.
Además, agrega la resolución, “el nombre del alimento declarado en etiqueta autoadhesiva difiere de aquel declarado en etiqueta original, lo cual puede inducir a confusión o error acerca de la verdadera naturaleza del alimento (señala sopa y en etiqueta original indica fideos). Adicionalmente, el listado de ingredientes no es fácil de leer en condiciones normales de compra y uso (se encuentra cubierto por etiqueta adhesiva, la cual sólo menciona algunos aditivos)”.
Los cuchuflíes están aún peor. Según la seremi, “presentan un 552% más del sodio y un 28% más de la grasa total declarados en el rótulo o etiqueta. Además, el listado de ingredientes no es fácil de leer en condiciones normales de compra y uso”.
La seremi de Salud Metropolitana, Rosa Oyarce, manifestó que “ambas empresas fueron sumariadas y arriesgan multas que van desde las 0,1, hasta las mil UTM, es decir, casi 40 millones de pesos”.
Recalcó que “esto es un engaño al consumidor, es preocupante que no sepamos realmente lo que estamos consumiendo. Hago un llamado a los fabricantes de alimentos a ser más responsables con el etiquetado y elaboración de sus productos”.
Subsecretario Díaz: Muchos productos artesanales, dulces y salados, tendrán que decir “altos en…”
El subsecretario de salud Pública, Jorge Díaz, comienza indicando que los alimentos envasados -los afectos a la nueva ley de rotulación- representan no más del 30% del menú típico de los chilenos. Y en términos generales, “la inocuidad de lo que comemos está absolutamente garantizada, tanto desde el punto de vista bacteriológico como de contenidos”.
Con respecto a lo que viene con la ley de etiquetado o “súper 8”, señala que “a través del reglamento sanitario vamos a establecer para cada tipo de alimento cuáles son los máximos aceptables en sal, azúcar, grasas saturadas y grasas trans. Cada producto va a tener que ser calificado por el fabricante, y si el producto pasa del límite establecido, él tendrá que ponerle el rótulo “alto en”.
El subsecretario no desconoce, en todo caso, la denuncia de Conadecus, en el sentido de que hay laboratorios de análisis deficientes. Por ello, aseguró, “los laboratorios de los seremis de Salud están siendo homologados en lo técnico con el del Instituto de Salud Pública como referencia. La idea es avanzar en ese mismo sentido con los centros particulares”.
-Sabemos que la capacidad fiscalizadora no es alta, ¿por qué van a cumplir con la nueva ley las empresas si hasta ahora no siempre es así?
-Hay una diferencia. En el rotulado actual se obliga a la empresa a informar sobre el contenido, pero no se pone un límite; sólo las grasas trans lo tienen. Con la futura ley, la autoridad va a tener que controlar límites.
Lo que no cambiará son las multas, que continuarán entre 0,1 y 1.000 UTM.
-Es sabido que para los pequeños productores por costo es bien difícil hacer estudios exhaustivos. Y la gente suele comer galletas y dulces artesanales que a lo mejor dicen cualquier cosa en el rotulado. Nosotros pillamos un alfajor, que se vende a público, sin ninguna indicación nutricional.
-Como todo en nutrición, esto tiene que ser de aplicación progresiva. Lo que tenemos que hacer es llevar a la industria completa a cumplir con el protocolo (pero) en primer lugar hay que centrarse en los productos que tienen mayor contenido (de nutrientes críticos) y tanto los snacks dulces como salados, los embutidos, el pan envasado, son producidos a través de algún sistema que tiene respaldo suficiente para ser chequeado. Nosotros vamos a ser rigurosos en el control, porque no podemos permitir que un producto que sea “alto en” no lo diga, porque estaríamos engañando a la población.
Recuerda que incluso en los últimos dos meses han tenido conversaciones con los seremis de zonas que tienen producción de charqui, que obviamente merecerán ser rotulados con alto en sal, para “coordinar, poder hacer racional el hecho de que la producción artesanal también esté incorporada en este esfuerzo”.
Y afirma: “Muchos de los productos artesanales, especialmente los que son dulces, van a quedar altos en azúcares y los que son salados, en sal. Mi recomendación es que el fabricante, poniéndose en el lado de mayor seguridad para él y la población, describa su producto como “alto en”.
-Claramente ahora el control es mínimo…
-Tenemos que ir avanzando en el tema de control, es necesario. Para eso tenemos un año.
Y agrega: “El efecto secundario de esta ley es que muchos productores van a ajustar la fórmula de sus productos, van reducir algunos de los nutrientes críticos, y se van a generar cambios en el sabor de los alimentos”.
-¿Por qué se va a producir ese cambio?, las multas seguramente no serán significativas para la gran industria.
-Yo creo que no sólo las multas van a ser importantes. El control ciudadano es un elemento fundamental. Yo tengo plena confianza de que esto va a mejorar la calidad de la producción alimentaria en nuestro país.
FUENTE: DIARIO LA SEGUNDA.