Ricardo Uauy, doctor en Bioquímica Nutricional y médico, fue uno de los impulsores de la Ley de Etiquetado Nutricional. Próximo a la puesta en marcha del nuevo reglamento, aseguró que las personas tienen “derecho a saber y premiar a aquellos industriales que conducen a la salud y no a la enfermedad”.
Luego de varios años de debate en el Parlamento, la Ley se comenzará a aplicar con diversos desafíos: nuevo rotulado, fiscalización a la publicidad para menores de 14 años, venta en colegios y la gradualidad en los límites de nutrientes “críticos”.
Es importante el “movimiento ciudadano más allá de la Ley”, dijo el Premio Nacional de Ciencias Aplicadas y Tecnológicas 2012, Dr Ricardo Uauy. A la salida de una reunión con la ministra Carmen Castillo, el académico del Instituto de Nutrición y Tecnología de Alimentos de la Universidad de Chile (INTA) manifestó su preocupación por el exceso de “sobreinformación pues termina confundiendo”.
En entrevista con Diario y Radio Universidad de Chile, Uauy detalló los alcances de esta esperada normativa.
¿Por qué es necesaria esta Ley de Etiquetado?
Lo más importante es que no basta dar consejo sobre lo que hay que comer. Eso se ha hecho habitualmente con las guías alimentarias diciendo que debemos comer dos o tres frutas, pero hoy tenemos que ser precisos con lo que no hay que comer.
La elección que se ha hecho en Chile, es que en vez de poner porcentajes y llenar de números (en el etiquetado) se ha puesto este sello negro para los cuatro nutrientes que hoy día son los más críticos al definir la salud de los chilenos.
Hay que tener en cuenta no solo a las poblaciones que salieron de la desnutrición. Ahora se trata de evitar la obesidad, la diabetes, el cáncer y las enfermedades crónicas. El énfasis está centrado en estos cuatro nutrientes y preocuparse de no comerlos en exceso.
Ésas cosas son: los azucares libres, el sodio, las calorías por unidad de consumo (por gramo de alimento) y las grasas saturadas. Se pone énfasis en estos cuatro y ya se están viendo en las etiquetas. Los que excedan los límites, van a tener que poner eso en la etiqueta de su alimento.
¿Cuáles son los desafíos?
Claramente, la empresa está acostumbrada a definir la etiqueta, sin que nadie les de normas. La manera más fácil hasta el momento, es una etiqueta que contiene una lista de 20 cosas para sobrecargar con información y cada letra más chica que la otra. No se puede leer, ni comprender y esa es una manera de desinformar. Cuando pone exceso de información se produce la fatiga del consumidor y termina con el problema de que nadie entiende nada.
“Incentivo al que toma un rol proactivo”
El Reglamento Sanitario de los Alimentos (Decreto 13/2015) contiene una Directriz para la vigilancia y fiscalización de composición nutricional de los alimentos y su publicidad donde se presenta la “tabla de límites de contenido de energía, sodio, azúcares totales y grasas saturadas en alimentos sólidos y líquidos”. Considerando una porción de 100 gramos, estas cifras serán las referencias para las empresas. Si no cumplen con las cantidades, estarán obligadas a poner el rotulado “ALTO EN…”.
¿Qué pasa con la gradualidad en la aplicación?
La gradualidad que estamos hablando, no es menor, es de 4 años. Sin embargo, para que sea un beneficio se tienen que ir haciendo los cambios. El que no hace esto, igual está obligado (a poner el sello negro). El que lo toma gradualmente no tiene para qué poner la etiqueta negra, pero se compromete a ir bajando. Hay un incentivo al que toma un rol proactivo.
¿Cómo se enfrenta al “negocio” de los alimentos?
Esto no es caridad. El negocio, en general, es vender al mejor precio posible algo que cuesta lo más barato posible. En estos momentos, los aditivos más baratos son el azúcar y la sal. En los alimentos, éstos tienen poder adictivo. Es un negocio perfecto y si no tengo que declararlos puedo seguir haciendo lo que quiero.
Se ha demorado porque ha existido una oposición muy fuerte. La postura de la empresa no cambió nunca, ahora está cambiando porque están obligados por una Ley.
En el fondo, los consumidores tienen que castigar o premiar la conducta de las empresas. El pecado es engañar al consumidor. Si es que las empresas esconden la cantidad de nutrientes críticos o hacen un aparataje publicitario.
Publicidad y venta en colegios
El jefe de la División de Políticas Públicas Saludables del Ministerio de Salud, Tito Pizarro, recordó que “hay una directriz que se mandó a las SEREMI que plantea que, si por ejemplo, la audiencia de un programa de televisión supera el 20% en niños, en ese programa no puede haber un producto “ALTO EN”.
La autoridad aclaró que también tienen que mirar los envases. “Todo esto lo tenemos que trabajar con otros actores, como el Consejo Nacional de Televisión, JUNAEB, entre otros”, aseguró.
La Ley 20.606, que adhiere a las recomendaciones de la OMS, “tiene como principal objetivo proteger la salud de los niños y niñas”. La iniciativa legal mandata al Minsal a prohibir la publicidad dirigida a menores de 14 años de los alimentos que superen los límites establecidos y mejorar el entorno alimentario escolar impidiendo la venta y promoción de los productos que no cumplan con las cifras máximas.
Dr. Uauy, ¿existe conciencia sobre las críticas cifras que se relacionan con este tema?
A nivel internacional, me tocó presidir la reunión del año 2002 donde se inició este tema. Hasta ese momento, las enfermedades crónicas eran vistas como algo marginal, pero la realidad es que es la primera causa de muerte de la población en todo el mundo. En este momento son las enfermedades cardiovasculares y el cáncer, y esto tiene que ver con estos nutrientes críticos. La obesidad, después del tabaco, es la principal causa de cáncer.
Cuando tenemos este escenario, no podemos darnos el lujo de decir que esto no importa porque la gente está más gorda o flaca. También es la principal causa de discapacidad porque no se mueren los de 70 u 80 años, la diabetes está ocurriendo a las 20 o 25 años. La obesidad también tiene sus costos desde temprano. No es simplemente algo cosmético, de hecho inicialmente las empresas fueron reacias a esto. En estos momentos, no solamente Chile está en este camino porque países europeos están , por ejemplo, poniendo impuestos. La otra manera de dismiuir el consumo es que las cosas poco saludables cuesten más caras.
¿Qué pasa con los menores de edad?
Se ha puesto el énfasis en limitar la publicidad en televisión en los horarios infantiles o los programas que ven los niños. La otra manera es que los productos que exceden los límites tienen que tener este logro negro y con un tamaño que ha sido evaluado. Otros han tomado el camino de los impuestos, Chile ha elegido este sello.
Las personas tienen derecho a saber y premiar a aquellos industriales que conducen a la salud, y no a la enfermedad.
Nos vamos a seguir enfermando y muriendo antes de tiempo. Todos nos vamos a morir, pero la diabetes o la obesidad no tienen por qué estar ocurriendo a los 3 años o antes. En los niños en las escuelas que tenían un 5 o 6 por ciento de obesidad, ahora tenemos un 20 por ciento de sobrepeso. Esto tiene que tener un corte y, obviamente, es complejo educar porque cuando las alternativas saludables son las más caras y las que hacen daño son más baratas estamos condenados. Esto, requiere un cambio en todo el sistema estatal que compra alimentos en los colegios y universidades. Deberíamos aprovechar el poder de compra del Estado en promover lo saludable y castigar lo no saludable. Si uno le quita estos elementos “críticos”, el alimento no se va a podrir.
Fuente: RadioUChile