“Siempre es mejor prevenir que curar” dijo el presidente Piñera días atrás citando el estudio dela FAO que señala a Chile como el tercer país con peores índices de obesidad en América Latina.
Los antecedentes que indican una pandemia de obesidad en Chile tienen una larga data. Pero nada se hizo antes del 21 de marzo del 2007 cuando un grupo de parlamentarios, entre ellos Evelyn Matthei y Guido Guirardi, ingresaron el proyecto original para ser discutido en el Congreso.
Poco se conoce acerca de las modificaciones que ha sufrido esta reglamentación y el supuesto “lobby” que finalmente excluyó, sin más, tres puntos vitales. Así lo explica la autora del artículo “El chocolate de la Ley del Súper 8” publicado por Ciper Chile, donde concluye: “Con todo lo ocurrido…el resultado es una mala ley, casi decorativa”.
En otro artículo publicado en la revista “Somos” de abril del 2012: “Mientras la obesidad infantil y sus consecuencias irreversibles para la salud siguen en peligroso aumento, la clase política chilena acoge planteamientos de la industria transnacional alimentaria y debilita la denominada “Ley del Súper 8”, que intenta combatir la pandemia.
La mutilación de la ley
“La oposición negocia con el Gobierno un veto, nadie sabe por qué, ni en qué momento, pero negocian y firman un acuerdo para modificar tres puntos del proyecto a cambio de su aprobación”, escribió la autora del artículo de Ciper:
1) Se retira la prohibición de vender comida chatarra en las universidades.
2) Se elimina el artículo que daba sustento a una recomendación OMS para propiciar la exclusividad de la lactancia materna y que prohibía la publicidad de alimentos alternativos a la lactancia. Con esto se transgredió la aplicación del Código Internacional de Comercialización de los Sucedáneos de la Leche Materna de la OMS, que Chile ha suscrito para desarrollar acciones decididas en pro de la salud y de la vida de los niños”.
3) Se retira la obligación de incluir la educación nutricional en los curriculum escolares
Y se repite un sostenido argumento: El derecho a elegir (… ¿libertad?…) es más importante que el bien público de educar, de cumplir con el código internacional para la lactancia y al parecer, propone una suerte de invalidez del estudiante universitario para salir de un recinto, si lo desea, a comprar productos que mal pueden llamarse “alimentos”.
Lea el artículo publicado en Ciper Chile “El chocolate de la Ley del Súper 8”
Lea el artículo de la revista Somos “La libertad de elegir informados”
Por Álvaro González Susaeta, 19, Diciembre, 2013
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