Por Cecilia Castillo L.
Doctora y Asesora de la Liga Ciudadana de los Consumidores
La obesidad es uno de los principales problemas de salud pública no solo en Chile, sino que en numerosos países, y dentro de ellos, en las poblaciones de menores recursos.
Tanto así, que el término “globesidad” es usado para describir su alta prevalencia en países de diferentes latitudes. La necesidad de un enfoque sistémico para su abordaje ha llevado a que numerosos países, Chile entre ellos, desarrollen leyes que limiten la venta y la publicidad de alimentos ultraprocesados, altos en azúcar, sal y grasas, dicho en chileno, “comida chatarra”, una de las principales causas de esta epidemia.La enorme cantidad de recursos utilizados en publicidad, promociones y cabildeos (“lobby”) por parte de las grandes empresas productoras de estos alimentos ha sido uno de los elementos que han retrasado y confundido el desarrollo de planes y programas para un abordaje serio e integral.
Los organismos internacionales dependientes de las Naciones Unidas (ONU), tales como la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han sido cruciales en los países por el apoyo técnico otorgado en estas materias, acompañando en el desarrollo de numerosos planes y programas para enfrentar las denominadas Enfermedades Crónicas No Transmisibles (ECNT), dentro de ellas la obesidad. Su independencia técnica y la solvencia intelectual en estas materias han sido fundamentales para los países que han decidido enfrentar con fuerza el desarrollo de esta epidemia.
Por ello, el día de19 de octubre de este año, cuando leímos un reportaje especial de la Agencia Reuters donde describía que la OPS había establecido un fondo fiduciario para enfrentar las ECNT recibiendo aportes monetarios de empresas tales como Nestlé, Coca-Cola, Unilever nos sentimos defraudados.
La OPS respondió en su sitio Web que éste aporte de US$ 350.000, correspondía solo a un 1% del presupuesto de la organización. Si uno lo piensa con calma, un porcentaje muy bajo. Entonces surge la pregunta: ¿para qué recibió entonces la OPS este dinero si era un porcentaje despreciable del total que ella maneja? ¿Para qué estas empresas colocaron este dinero y tan poco? Fácil de entender: un poco al principio no se nota mucho, pero tienen ganado un espacio en la organización donde se orientan y apoyan políticas públicas en los países en materias de nutrición y alimentación, un espacio al más alto nivel, con todo el prestigio de la organización y con enorme influencia en gobiernos y Ministerios de Salud de todos los países.
Los ciudadanos y consumidores quedamos descorazonados al conocer de esta alianza, sentimos que con esto la OPS ha perdido la independencia técnica en materias de alimentación y nutrición y que debe guardar para dar apoyo técnico a los países. Además, ha infringido el Código OMS de Comercialización de los Sucedáneos de la Leche Materna al recibir dinero de una de las empresas que más infringe esta normativa.
Diversas organizaciones sociales y consumidores de todo el mundo han iniciado una campaña en Twitter pidiendo que la OPS devuelva el dinero de las empresas. La OMS ha escrito recientemente que entre sus directrices se establece en forma estricta que no se recibirán aportes monetarios de las empresas de alimentos.
¿Qué le ha pasado a la OPS? ¿Ha olvidado todas las vivencias de la lucha contra el tabaco y las tabacaleras? ¿Ha sido invadida? ¿Ha caído en “el lado oscuro de la fuerza”? ¿Será la venganza de los Sith? Por difícil que sea, en este lejano país seguiremos trabajando por una alimentación saludable, lejos de los conflictos de intereses, haciendo que la ley 20.606 se cumpla, para que las empresas dejen de entregar juguetes y regalos promocionales para aumentar ventas de comida no saludable.
Si no cuidamos nosotros nuestros niños, ¿quién más podrá hacerlo?
Hemos escrito una conceptuosa carta a la Directora de OPS, doctora Mirta Roses, planteando nuestras aprensiones. Hasta el día de hoy, no hemos recibido respuesta.