¿A merced de las redes sociales? por Sergio Donoso, director de Conadecus.
Se produjo esta semana, una caída mundial de varias redes sociales, como Facebook, Instagram, Mesenger y WhatsApp, afectando a muchos, en términos profesionales y personales.
Al mismo tiempo, se discute en el Congreso de los Estados Unidos, la forma en que Facebook está afectando la convivencia, impulsando orientaciones con la única finalidad de seguir aumentando el beneficio de la empresa, en perjuicio de la convivencia racional entre las personas, incluyendo a los niños.
Por su parte, en Europa se sigue un juicio por libre competencia, en contra de Google, donde también impulsado por seguir aumentando las utilidades, se ejecutan acciones en desmedro de un buen funcionamiento del mercado.
El valor económico de empresas como Apple, Facebook, Amazon y Google, indica que estamos ante “gigantes económicos” nunca antes conocidos en la historia. Nunca se había alcanzado que una empresa tuviera un valor de un billón de dólares hasta hace poco, y resulta que estas empresas ya han llegado a valer dos billones de dólares.
Los economistas discuten persistentemente el impacto de diversas medidas sobre el mercado financiero global. Creemos que ha llegado el memento de discutir en serio sobre las grandes empresas tecnológicas, especialmente en materias esenciales para ciudadanos y consumidores.
Apreciamos que la manipulación de información y fake news pueden provocar un daño muy grande a nuestra convivencia, y en definitiva a la democracia.
La concentración de poder económico de las empresas tecnológicas, puede afectar de manera relevante en nuestras vidas.
Los problemas que acarrea este gran poder, va más allá de lo económico, desde tráfico de personas o drogas, hasta eventuales colusiones con avisadores, pasando por noticias falsas, privacidad de información, abuso de posición dominante, y cada tema análogo que tiene su espejo digital.
El mundo cambia aceleradamente y nuestra legislación debe estar a la altura, actualizarse y abordar los nuevos desafíos que enfrentamos. Como nunca antes, es fundamental asegurar mercados más competitivos, y repensar cómo hacer política pública frente a esta nueva realidad de las transnacionales tecnológicas. No podemos abdicar de nuestra labor y persecución del bien común frente a este problema nuevo problema, por complejo que sea, sino que redoblar nuestros esfuerzos de poner a los ciudadanos y consumidores, las personas, en primer lugar.
Hay preocupación en Estados Unidos y en Europa, sobre estos temas. Nosotros, no podemos quedarnos fuera de este debate. Por cierto, es una ayuda que estas dos potencias discutan estos problemas, pero como países más pequeños, tenemos la obligación de analizarlos, ojalá en alianza con otros países, especialmente latinoamericanos.