Por Óscar Cabello, consultor en Libre Competencia y socio de Conadecus. Columna publicada por La Tercera el 31 de marzo del 2023.
El mercado de los casinos de juego es excepcional: por ley solo puede haber veinticuatro en el país, con un mínimo de uno y un máximo de tres en cada región, salvo en la Región Metropolitana de Santiago, donde no puede haber ninguno. Además, los casinos deben estar entre sí a una distancia vial mayor a 70 km.
Hoy, la Fiscalía Nacional Económica (FNE) se encuentra estudiando la eventual fusión de las cadenas de casinos Enjoy y Dreams, que en conjunto explotan alrededor del 60% del mercado.
¿Eso disminuirá la competencia? Tal vez poco, ya que no son muchos los jugadores que tienen la posibilidad de decidir qué casino les conviene más, porque cada uno opera prácticamente en una zona de exclusividad.
¿Y será mitigadora la medida que pretende imponer la FNE, para que la empresa fusionada se desprenda del casino de Rinconada, de modo que siga compitiendo con el de Angostura? Probablemente sí, pero ello solo favorecerá a algunos jugadores de Santiago.
Sin embargo, detrás de este intento de fusión hay un problema mucho más profundo: por diversos motivos, la competencia se ha debilitado sustancialmente en nuestro país durante los últimos veinte años, en diversos mercados clave, y es por ello que hoy la cuenta del supermercado resulta más cara en Chile que en muchos países de Europa. Es por ello también que en muchos rubros hoy solo hay tres actores relevantes: tres grandes cadenas de farmacias, tres grandes cadenas de supermercados o tres grandes bancos. Más aún, pienso que lo anterior es una de las causas del malestar social que actualmente se percibe entre nuestra población.
La tarea de aprobar, condicionar o rechazar una fusión recaía antes en el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia (TDLC), y cualquier tercero potencialmente afectado -como consumidores o competidores- podía opinar. Pero en 2016, la ley antimonopolios (DL 211 de 1973) fue modificada de modo que esa tarea recae hoy de manera casi exclusiva en la FNE, haciendo difícil que terceros puedan intervenir. El propio TDLC tiene actualmente poco que decir en materia de fusiones.
Lograr la mayor competencia posible en todos los mercados relevantes es un desiderátum para nuestro país, ya que el orden público económico que surge de la Constitución procura que en Chile haya plena libertad en materia económica. El propio DL 211 procura aumentar -y en ningún caso disminuir- los niveles de competencia.
Por eso, sobre la FNE recae ahora una enorme responsabilidad, y cualquier intento de fusión de empresas relevantes tiene que ser mirado con lupa y -en la medida de lo posible- debería ser rechazado, más allá de lo que señalen indicadores objetivos pero arbitrarios como el índice Herfindahl-Hirschman.
En otras palabras, una fusión entre empresas relevantes solo podría ser aprobada si la FNE demuestra que logra aumentar la eficiencia y la competencia de manera simultánea, y rechazada si no es así.
Por su naturaleza, la eventual fusión de Enjoy y Dreams tal vez no tenga efectos graves sobre el resto de la economía, pero aprobarla sería una señal muy negativa para un país que necesita mejorar con urgencia sus niveles de competencia.
En todo caso, no fue una buena idea alejar al TDLC y a terceros de la revisión de las fusiones, y sería hora de reparar esta parte del DL 211. Tampoco es una buena idea procurar que la Corte Suprema ya no pueda revisar las decisiones del TDLC, pero por el momento eso escapa a esta columna.
Por Óscar Cabello, consultor en Libre Competencia y socio de Conadecus. Columna publicada por La Tercera el 31 de marzo del 2023.