“Decisiones en el área industrial de Chile” por Ernesto Benado, socio fundador de Conadecus, columna de opinión publicada en el diario El Mostrador
¿Es el momento de diseñar una política industrial para Chile?
En los 30 años desde que se reestablecieron los gobiernos democráticos, siempre ha predominado el lema neoliberal “la mejor política industrial es no tener política industrial”.
Es evidente que, debido a esa planificada carencia de política industrial, Chile llega tarde al desarrollo industrial moderno. Lo que fue posible, pero no fácil, hace 50 años: recomponer un sector industrial incorporando equipo ferroviario, astilleros, maquinaria vinculada a la producción minero-metalúrgica, insumos mineros y, tal vez, un sector automotriz con vehículos destinados a las crecientes capas medias, se ha dificultado grandemente.
La industria automotriz de los tres grandes latinoamericanos, Brasil, México y Argentina, enfrenta una crisis de renovación tecnológica que hasta el momento no tiene solución. Los modelos de autos eléctricos ya en fabricación en serie a nivel mundial son de alto precio y su producción solo resulta financiable para capas de altos ingresos y en países ricos.
¿Es muy tarde para Chile emprender una reindustrialización basada en su propio mercado interno e impulsando alianzas sectoriales con los países del continente? Eso fue lo que se propuso a mediados del siglo pasado para impulsar el desarrollo industrial y se paralizó, primero por los nacionalismos de países vecinos y, en forma más definitiva, por el golpe militar.
El transporte personal, familiar y colectivo, es un caso casi único de gran demanda social con impacto insustituible en la industria nacional y en la que Chile, por su producción actual de acero, cobre y litio, tiene ventajas considerables. No puede abordarse como si fuera la principal exigencia social, sino que debe evaluarse en conjunto con las demandas de las crecientes capas medias y de los trabajadores calificados. Debe considerarse que la formación de ingenieros civiles especializados debe actualmente orientarse mayormente a trabajos de mantenimiento, ya que no hay en el país industrias que diseñen y elaboren nuevos productos que requieran verdaderos servicios creativos. Una mayoría de la población exige simultáneamente ser propietaria de su propio hogar, aspira a disponer de una previsión que cubra integralmente su salud y un régimen de pensiones para la vejez. La educación superior debe abordarse de acuerdo a lo que se impulse para el desarrollo económico y social de Chile, al cual se incorporarán las nuevas generaciones.
Las estadísticas de producción industrial que llegan al 10% del Producto Nacional incorporan productos semielaborados de la agricultura, bosques, el mar y la producción de metanol. No son realmente industriales y no incorporan trabajo especializado que dinamice la economía. Lo que parece indiscutible en este proceso de toma de decisiones es que a la minería extractiva se debe sumar un desarrollo industrial que no esté basado directamente en la explotación de sus minerales, aunque disponerlos como insumo abundante y cercano otorgue una ventaja económica considerable.
Definir los ejes principales de esa política industrial sin establecer vetos ni precondiciones debe convertirse en uno de los temas para el debate en el proceso electoral que culmina en 2022.