“Descalabro en los fondos C, D y E” por Álvaro Gallegos, ex superintendente de Pensiones, ex vicepresidente y socio de Conadecus.
Columna de Opinión publicada en Diario Financiero
Las inéditas pérdidas de los así llamados fondos conservadores de las AFP arruinan a los pensionados y destruyen la última ilusión de supervivencia del sistema: la gestión de su rentabilidad. El desastre es consecuencia del enfoque de autorregulación que gobierna las inversiones de los fondos de pensiones. La responsabilidad recae sobre las instituciones que integran el Consejo Técnico de Inversiones.
Desde su mejor momento del año a la fecha, los fondos C, D y E acumulan caídas en términos reales de 15,7%, 19,0% y 23,8%, respectivamente. Su impacto se reflejará directamente en las pensiones de los actuales retirados de retiro programado. Los afiliados activos de mayor edad prontos a retirarse sufrirán también el efecto, sea que opten por retiro programado o por renta vitalicia.
En su instalación, este sistema de capitalización individual hizo varias promesas. Una tasa de reemplazo del 70%, una gestión “costo-eficiente” con comisiones razonables determinadas en un mercado competitivo y la liberación de la carga previsional para el Fisco y a los empleadores, que han resultado todas fallidas. Las pensiones son miserables, el Fisco debió crear el Pilar Solidario, las rentabilidades de las AFP son desproporcionadas bajo cualquier parámetro, y ya se plantea un aporte patronal.
El último bastión de defensa del sistema, la promesa de una gestión financiera con alto retorno, se desmorona penosamente sobre los adultos mayores y su futuro. De paso, pone en cuestión la estrategia del ciclo de vida o glide path.
La debacle se explica, en lo inmediato, por el alza de las tasas de interés que erosiona el valor de los fondos intensivos en bonos de largo plazo. Las subidas de la tasa de política monetaria, que impulsa el Banco Central, profundizan el deterioro.
Además, las autoridades competentes no han acogido fórmulas de mitigación oportunamente sugeridas, como la creación de un fondo F al estilo peruano o un rescate financiero a través de canjes de deuda.
En la base del problema está la gestión de las AFP, que concentró la cartera de los fondos “conservadores” en papeles largos y los expuso a un elevado riesgo de tasa de interés, ahora materializado en pérdidas.
Con todo, la causa de fondo se encuentra en el enfoque de autorregulación que caracteriza a la normativa sobre inversiones de los fondos de pensiones y a su institucionalidad.
En efecto, es el Consejo Técnico de Inversiones (CTI) el órgano a cargo de fijar las reglas para las carteras de los fondos, para, según la ley, “procurar el logro de una adecuada rentabilidad y seguridad”. Desatendiendo su rol, este órgano nunca ha establecido límites de plazo a las inversiones en renta fija, omisión que tiene directa incidencia en el gravísimo perjuicio causado al patrimonio de los afiliados. Corresponde exigir al CTI, integrado entre otros por representantes de las propias AFP, que asuma ante la ciudadanía su responsabilidad por el descalabro.