Por años hemos estado bajo la promesa de la autorregulación del mercado, teniendo, siendo muy optimista, resultados disímiles. Entre estas vicisitudes del mercado, apareció un nuevo estudio de la Fiscalía Nacional Económica, FNE, donde a petición de una de las cadenas de farmacia se aborda la diferencia entre los precios del sistema privado y el sistema público. A partir de este, se coloca nuevamente el tema de los precios de medicamentos sobre la mesa, en esta ocasión apuntando a los laboratorios como los culpables de estos. El problema es que en ocasiones anteriores han sido las farmacias las señaladas, y esto se repite cada cierto tiempo variando quienes son “los buenos” y “los malos”, dejando de lado al gran perdedor de esta disputa: el paciente.
Los medicamentos son bienes esenciales para la salud pública, siendo a su vez bienes transables en el mercado. Esto provoca que a veces se confunda u olvide su esencia, y a su vez la del establecimiento y el profesional que los dispensa: la farmacia y el farmacéutico. La farmacia es un “centro de salud”, estipula nuestro Código Sanitario, y el farmacéutico el profesional sanitario a cargo de garantizar la calidad, seguridad y eficacia de los medicamentos, y por otro lado de extender el derecho a acceder a información para que el uso de estos sea seguro y racional.
Las discusiones de precios tienden a alejar el tema de su foco principal: los medicamentos son parte de la salud pública, y deberían estar considerados en una discusión de seguridad social.
Acceder a ellos no implica necesariamente comprarlos por parte de la población, de hecho gran parte de ella accede a estos por medio del sistema de salud público. Simplificar la discusión entre “buenos y malos”, o en “aumentar la competencia” crea un reduccionismo artificial, que soslaya una necesidad imperiosa: discutir, acordar y decretar una nueva “Política Nacional de Medicamentos”. Una que no solo se haga cargo de los precios, sino también del rol de las más de 4500 farmacias en Chile, el narcotráfico y venta ilegal de medicamentos en ferias libres y almacenes, la apariencia similar de medicamentos que ha causado muertes de infantes, entre otros problemas de origen multifactorial.
Seguir insistiendo en regular por medio de parches legislativos a corto plazo solo aviva el uso de lobby, tanto de cadenas de farmacia como de laboratorios, y poco ayuda a establecer un camino coherente y coordinado entre los diversos actores del ecosistema farmacéutico, sin perder el norte: las personas.