Por: Mónica Gazmuri es gerente general de la Asociación Nacional de Empresas de Eficiencia Energética ANESCO Chile A.G.
El usuario de energía debiese decidir con eficiencia cómo transportarse, cómo cocinar o calentar el hogar en invierno. Así también, a todos nos debería interesar cómo consumir de forma más eficiente, bajar los costos, saber qué pagamos realmente y cómo estas elecciones nos permiten ser más sustentables en casa o en nuestros lugares de trabajo.
El poder de transformar, cuidar los recursos, reducir emisiones, enfrentar el cambio climático, dar empleo, generar una carrera con sentido y tener una mejor calidad de vida, se consiguen con eficiencia energética.
Según IEA por cada millón de dólares gastados en EE, se originan unos 15 puestos de trabajo, por lo que en Chile la oportunidad es gigante, pues deberemos eficientar todo lo construido hasta ahora. Para tener esa claridad y, por tanto -decidir bien- es necesario entender cada energético y su impacto.
Cuánta energía se necesita y cuánto podría ahorrar si lo usa correctamente. Por qué puede afectar su salud o por qué se subsidia un combustible fósil y no una energía limpia o un proyecto eficiente.
Los conceptos como la transición, descarbonización, desfolización, carbono neutralidad, Net Zero, e incluso el cambio climático, parecen “abstractas”, mientras el usuario debe tomar decisiones claves, día a día y que son muy prácticas.
Así como todos podemos trabajar con un notebook, o navegar en internet, manejar conceptos de eficiencia energética “a nivel usuario” es elemental para crear una cultura que pueda lograr transformar miles de procesos productivos, hogares o edificaciones públicas.
Cada usuario es un consumidor, una persona que decide, incide y puede aportar a su entorno. El rol del usuario es vital para hacer de Chile un país realmente desarrollado y sustentable. Que todos decidan con eficiencia hará una gran diferencia. Multiplicar estas decisiones, lo cambiará todo.