Pensión Garantizada Universal: Inesperada Confesión” por Álvaro Gallegos. Columna de Opinión publicada en El Mercurio
Leído en clave política, el anuncio hecho por el gobierno de una Pensión Garantizada Universal (PGU) contiene de modo implícito el reconocimiento del fracaso del modelo neoliberal y, en particular, del sistema de pensiones de capitalización individual. Es el más claro mensaje hecho hasta ahora respecto de la inequidad inherente al modelo y de la inviabilidad del ahorro individual como financiador de las pensiones. El anuncio proviene inesperadamente de un gobierno cuyo sector político ha sido gran promotor y defensor de ambos.
La propuesta de introducir una PGU que reemplace a la PBS y al APS es, a no dudar, una muy buena noticia.
En primer lugar, porque su mayor monto ofrece a los afligidos pensionados del Pilar Solidario la posibilidad de aumentar su consumo. A aquellos que hoy nada reciben, la ampliación de la cobertura de beneficios al 90% de la población significa un impensado apoyo del Estado al escuálido presupuesto familiar.
En segundo término, plantear una fórmula de subsidio de carácter universal, no condicionada a medios, es un bienvenido giro en el excluyente enfoque de la política pública sobre gasto y transferencias sociales, que se hace cargo de la insuficiencia generalizada de los ingresos autónomos.
En efecto, según lo anunciado por el Gobierno, la PGU beneficiará al 80% de la población más vulnerable y alcanzará también a las personas sobre ese 80% y hasta el 90% de vulnerabilidad. Literalmente, la autoridad está reconociendo que el 90% de la fuerza de trabajo es vulnerable. Si bien esta realidad es sabida, pues el INE la informa regularmente, la novedad es que el anuncio la sanciona formalmente desde la propia Moneda, principal sede política de la nación. Se trata del inusual reconocimiento de una característica pocas veces relevada, pero central al modelo económico que se aplica en Chile: que opera sobre la base de un bajísimo nivel de salarios y, por ello, condena a la gran mayoría de la población a la vulnerabilidad económica y social.
De la misma manera, la ampliación de la cobertura del Pilar Solidario desde el actual 60% hasta el mencionado 90% pone de manifiesto la equivocada pretensión de basar un sistema de pensiones sobre una supuesta capacidad de ahorro de los trabajadores. El anuncio oficial nos dice que, para la gran mayoría de los trabajadores, el sistema de cuentas individuales entrega pensiones tan exiguas que no cubren el consumo básico al nivel de la línea de la pobreza. Ante estefracaso, esas pensiones requieren ser complementadas de cargo fiscal con la PGU.
- Esta iniciativa del Ejecutivo, en términos políticos, no es otra cosa que una confesión nítida acerca de que la capitalización individual sólo funciona para el 10% de los trabajadores de mayores ingresos. A confesión de parte, relevo de pruebas.
Pensión Garantizada Universal: Inesperada Confesión” por Álvaro Gallegos
Leído en clave política, el anuncio hecho por el gobierno de una Pensión Garantizada Universal (PGU) contiene de modo implícito el reconocimiento del fracaso del modelo neoliberal y, en particular, del sistema de pensiones de capitalización individual. Es el más claro mensaje hecho hasta ahora respecto de la inequidad inherente al modelo y de la inviabilidad del ahorro individual como financiador de las pensiones. El anuncio proviene inesperadamente de un gobierno cuyo sector político ha sido gran promotor y defensor de ambos.
La propuesta de introducir una PGU que reemplace a la PBS y al APS es, a no dudar, una muy buena noticia.
En primer lugar, porque su mayor monto ofrece a los afligidos pensionados del Pilar Solidario la posibilidad de aumentar su consumo. A aquellos que hoy nada reciben, la ampliación de la cobertura de beneficios al 90% de la población significa un impensado apoyo del Estado al escuálido presupuesto familiar.
En segundo término, plantear una fórmula de subsidio de carácter universal, no condicionada a medios, es un bienvenido giro en el excluyente enfoque de la política pública sobre gasto y transferencias sociales, que se hace cargo de la insuficiencia generalizada de los ingresos autónomos.
En efecto, según lo anunciado por el Gobierno, la PGU beneficiará al 80% de la población más vulnerable y alcanzará también a las personas sobre ese 80% y hasta el 90% de vulnerabilidad. Literalmente, la autoridad está reconociendo que el 90% de la fuerza de trabajo es vulnerable. Si bien esta realidad es sabida, pues el INE la informa regularmente, la novedad es que el anuncio la sanciona formalmente desde la propia Moneda, principal sede política de la nación. Se trata del inusual reconocimiento de una característica pocas veces relevada, pero central al modelo económico que se aplica en Chile: que opera sobre la base de un bajísimo nivel de salarios y, por ello, condena a la gran mayoría de la población a la vulnerabilidad económica y social.
De la misma manera, la ampliación de la cobertura del Pilar Solidario desde el actual 60% hasta el mencionado 90% pone de manifiesto la equivocada pretensión de basar un sistema de pensiones sobre una supuesta capacidad de ahorro de los trabajadores. El anuncio oficial nos dice que, para la gran mayoría de los trabajadores, el sistema de cuentas individuales entrega pensiones tan exiguas que no cubren el consumo básico al nivel de la línea de la pobreza. Ante estefracaso, esas pensiones requieren ser complementadas de cargo fiscal con la PGU.
Esta iniciativa del Ejecutivo, en términos políticos, no es otra cosa que una confesión nítida acerca de que la capitalización individual sólo funciona para el 10% de los trabajadores de mayores ingresos. A confesión de parte, relevo de pruebas.