Por Marcela Godoy, especialista en consumo y producción sostenible y encargada del área Economía circular y Consumo sostenible de Conadecus.
Hace un tiempo me preguntaron qué se requería para que la sociedad chilena transite hacia estilos de vida más sostenibles. Mi respuesta fue que, en las aulas de clases, está la oportunidad de generar el cambio que tanto necesitamos para acelerar la transición hacia un modelo económico sostenible y circular. A través de la educación, podemos cambiar patrones de consumo y producción que harían posible esta transformación.
El gran desafío, es la brecha cultural, que ha sido identificada como la mayor barrera para avanzar en esta dirección, según la Hoja de Ruta de Economia Circular de Chile al 2040. Implementar hábitos y prácticas circulares, requieren de un cambio de mentalidad. Un nuevo “sentido común” de hacer las cosas.
Este nuevo sentido común debe responder a la crisis climática y socio ambiental actual. Y el Estado chileno se ha comprometido a trabajar en ello. Tratados internacionales, como la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, establecen que la educación y el empoderamiento juvenil, son pilares fundamentales para lograr las metas globales.
A su vez la UNESCO, ha definido una hoja de ruta de Educación para el Desarrollo Sostenible, que tiene por objetivo fortalecer la implementación de la Agenda 2030. A nivel local, Chile ha trazado una Hoja de Ruta de Economía Circular al 2040, donde entre otras cosas, se propone dar énfasis a la temática en los instrumentos curriculares e impulsar la implementación de sus principios en los establecimientos educacionales.
Cambiar el “sentido común”, es además, un imperativo que se extiende fuera de las aulas. Hoy la ciudadanía completa debe sumarse a nuevas formas de consumir, como la que establece la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (Ley REP), que obliga a las empresas a hacerse cargo de los residuos de envases y embalajes, generados por sus productos. Pero, para que la norma sea efectiva, la ciudadanía debe hacer del reciclaje, parte de su vida diaria. Es decir, requiere de un cambio cultural.
¿Seremos capaces de transitar hacia este nuevo sentido común? Tenemos la oportunidad de hacerlo, desde nuestras infancias en adelante, con acciones concretas, nutriendo las mallas curriculares de los colegios, para que cuando los niños y niñas de hoy lleguen a ser consumidores activos, tengan incorporados los principios de sostenibilidad y economía circular en su día a día.
Por Marcela Godoy, especialista en consumo y producción sostenible y encargada del área Economía circular y Consumo sostenible de Conadecus.
Puedes revisar el comunicado con la apertura de la nueva área aquí.