Por María Rodríguez | Experta en Consumo Responsable y RSE | Consejera del CERSE
Artículo publicado en la revista Distribución y Consumo
¿Somos conscientes de nuestra contaminación digital como ciudadanos?
En septiembre 2023 los líderes mundiales, reunidos en el marco de la Asamblea General de Naciones Unidas adoptaron una declaración política en la que reconocen que los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) no se alcanzarán “sin un impulso masivo a la inversión” necesaria para lograr transiciones energéticas, alimentarias y digitales justas y equitativas y para transformar la educación y la protección social en los países de desarrollo.
António Guterres (Secretario General de la ONU) comentó: Los ODS representan las esperanzas, los sueños, los derechos y las expectativas de la gente en todas partes. Igualmente aseveró que la situación actual permite proyectar que únicamente un 15% de los objetivos previstos en los ODS llegarían a buen término si seguimos el ritmo actual de implementación.
En la declaración política del Foro político de alto nivel sobre el desarrollo sostenible, celebrado bajo los auspicios de la Asamblea General, en el punto 24 se especifica: “Nuestro mundo ha cambiado drásticamente desde la Primera Cumbre sobre los ODS en 2019 y desde que aprobamos la Agenda 2030 en 2015. Antes de la pandemia de COVID.19, el mundo ya estaba lejos de alcanzar la mayoría de los ODS. Si no corregimos inmediatamente el rumbo y aceleramos los avances hacia la consecución de los ODS, nuestro mundo está destinado a enfrentarse a una pobreza continuada, a periodos prolongados de crisis y a una creciente incertidumbre”.
En el apartado e) del punto 38 se afirma “Seguiremos tomando medidas para reducir la brecha digital y difundir los beneficios de la digitalización”; en el apartado i) se afirma “nos comprometemos de nuevo a introducir cambios fundamentales en nuestras modalidades de consumo y producción, entre otras cosas mediante la transición a modelos económicos y de negocio sostenibles, la aplicación del Marco Decenal de Programas sobre Modalidades de Consumo y Producción Sostenibles y la prestación de apoyo a los países en desarrollo para reforzar su capacidad científica, tecnológica y de innovación. Reconocemos que las iniciativas locales y nacionales de cero deshechos pueden contribuir a lograr un consumo y una producción sostenibles”; en el apartado l) se detalla que “destacamos la urgencia de aumentar la ambición de la acción climática en la aplicación de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y el Acuerdo de Paris (aprobado en virtud de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, como consta en el documento FCCC/CP/2015/10/Add.1, decisión 1/CP.21.) en relación con la mitigación del cambio climático, la adaptación y la provisión de los medios de aplicación, especialmente la financiación, para los países en desarrollo”; en el artículo 42 se detalla “Aguardamos con interés la Cumbre del Futuro de 2024 como una importante oportunidad para entre otras cosas, acelerar la implementación de la Agenda 2030 y la consecución de sus ODS; finaliza la declaración en el artículo 43 con un compromiso importante: “Nos comprometemos con esfuerzos unidos, voluntad política y medidas firmes a impulsar políticas y acciones concretas, integradas y específicas para cumplir la visión de la Agenda 2030 y alcanzar los ODS. Nos comprometemos a actuar ahora, por las generaciones presentes y futuras, orientando nuestro mundo hacia una senda sostenible y resiliente para 2030, sin dejar a nadie atrás”.
Es fundamental abordar los aspectos relacionados con el cambio climático, no solo desde la perspectiva gubernamental o empresarial, también desde la ciudadana, ahora bien, ¿somos conscientes de nuestra contaminación digital como ciudadanos?
Según L. Ferrer (agencia Efe) el 27 mayo 2023 “Las principales compañías del comercio electrónico van camino de emitir a la atmósfera el CO2 equivalente a lo que lanzan cada año 44 centrales de carbón, según el estudio realizado por la red Clean Mobility Collective (CMC) y el grupo de investigación Stand.eartch Research Group (SRG) que concluye que Amazón y otros 4 gigantes del sector dependen aún de los combustibles fósiles para repartir sus paquetes. De este modo las compras por internet siguen siendo un gran enemigo del clima. Augura el estudio que si se mantiene el actual ritmo de crecimiento de las compras en línea –el volumen mundial de entregas podría incluso duplicarse y pasar de más de 315.000 millones de paquetes en 2022 hasta las 800.000 millones al año en 2030-, las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) -culpables del cambio climático- aumentarán exponencialmente para 2030 y advierte que también se dispararán los casos de enfermedades agravadas por la contaminación del aire”.
Nuestra contaminación digital
Vamos a iniciar un recorrido por “nuestra contaminación digital”, es fundamental conocer nuestro impacto personal, para ello es necesario disponer de los elementos de conocimiento necesarios para poder adoptar medidas que beneficien al planeta, desde nuestra modesta aportación individual.
La Ley 7/2021 de 20 de mayo de cambio climático y transición energética obliga al registro de la huella de carbono a ciertas organizaciones en España, pero ¿y la suma de consumos individuales que pudieran ser realizados de forma diferente, una vez conocida su influencia en el proceso global de cambio climático?
Lo fundamental, como siempre, es estar informados, para ello es necesario que sepamos que, según Caroline Garrett (14.11.2022) “La contaminación digital se define como todas las acciones digitales que emiten gases de efecto invernadero. Esta externalidad negativa del uso de las nuevas tecnologías suele ser ignorada por los consumidores. Sin embargo, el mundo digital representa una huella ecológica nada despreciable: ¡el 4% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero!
La tecnología digital tiene un impacto significativo en nuestra huella de carbono y tiene consecuencias para el medio ambiente. Debido a su apariencia inmaterial, la tecnología digital suele percibirse como una herramienta sin impacto directo en el medio ambiente. Sin embargo, la tecnología digital es realmente material y depende de infraestructuras físicas como centros de datos y kilómetros de cables utilizados como antenas de retransmisión.
Hay dos tipos de contaminación digital:
- La contaminación relacionada con los centros de datos y de las infraestructuras de red
- La contaminación relacionada con los equipos de consumo
¿Qué parte de las emisiones mundiales de CO2 se debe a la tecnología digital?
Este sector actualmente es responsable del 4% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero y el fuerte aumento de su uso sugiere que esta huella de carbono se duplicará de aquí a 2025.
La contaminación digital de nuestros equipos electrónicos: El peso subyacente de todos los recursos naturales necesarios para fabricar un producto, denominado mochila ecológica de un objeto digital, genera importantes emisiones de CO2.
Debido a la extracción de materias primas y al proceso de fabricación en los países en desarrollo, la fase de fabricación de un dispositivo electrónico es la que más energía consume y la que más CO2 emite. Y por último la fase de transporte se suma al balance.
Del mismo modo, la producción de equipos tecnológicos sofisticados requiere tratamientos y metales raros como el tantalio o el tungteno. Estos minerales están en el centro de los conflictos armados, especialmente en África. Por ello, estos minerales extraídos para la fabricación de soportes digitales se denominan “MINERALES DE SANGRE”.
La contaminación digital del uso de internet: Desde el inicio de la pandemia de Covid-19, se ha producido un aumento exponencial del uso de la transmisión de vídeo (streaming) en todo el mundo, ver 1 hora de vídeo en streaming en Netflix equivale a emitir 36gCO2 (un viaje de Madrid a Nueva York en avión equivale a 1 tonelada de CO2). La baja huella de carbono del streaming vídeo se explica hoy por la rápida mejora de la eficiencia energética de los centros de datos, las redes y los dispositivos. Pero la ralentización de las ganancias de eficiencia, los efectos de rebote y las nuevas demandas de las tecnologías emergentes, incluyendo la inteligencia artificial (IA) y el blockchain, están llevando a una creciente preocupación por los impactos ambientales generales del sector en los próximos años. Al ser fábricas de datos que albergan miles de servicios informáticos, los centros de datos suelen ser considerados como devoradores de energía.
¿Qué es lo que más energía consume en un centro de datos? Los centros de datos son centros de almacenamiento de información digital. En un centro de datos el aire acondicionado es el elemento más caro en términos de energía”.
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