Noticia | 26 Abril 2016

Todas las dudas que caen sobre Alto Maipo, el proyecto que complica a Andrónico Luksic

La Superintendencia de Servicios Sanitarios puso en marcha una investigación que busca determinar las responsabilidades tras el corte que dejó a más de 4 millones de personas sin agua ese fin de semana. En la Región Metropolitana, entre los factores que también serán investigados, se encuentra el proyecto hidroeléctrico de Aes Gener y el grupo Luksic. Los dardos también caen sobre la SISS.
Desde que Aguas Andinas anunció la turbiedad del suministro, el fin de semana del 16 de abril, los detractores del proyecto Alto Maipo salieron a recordar por qué no quieren que sigan las faenas para la construcción de las dos centrales, cuya propiedad es compartida por Norgener S.A., filial de Aes Gener (60%) y Antofagasta Minerals S.A (AMSA) del Grupo Luksic (40%). De hecho, esta posición minoritaria es la que obligó a Andrónico Luksic a salir a responder las destempladas críticas del diputado Gaspar Rivas –que lo acusó de ser responsable de inundar Santiago–, a través de un inédito video subido a YouTube. “Las inundaciones en Santiago no tienen nada que ver con el Cajón del Maipo… El proyecto Alto Maipo ha tenido un tremendo costo para la familia Luksic, y para mí en particular”, sostuvo el empresario.
La organización No a Alto Maipo lleva años diciendo que el proyecto –que comenzó sus obras en diciembre de 2013– impactará a la principal reserva de agua dulce que nutre Santiago; y los últimos hechos, para ellos, son incluso un ejemplo de esto.
El proyecto contempla la construcción de 67 kilómetros de túnel a una profundidad promedio de 800 metros entre el sector alto del río Volcán y el sector de Las Lajas. Pese a que la empresa defiende su construcción diciendo que las obras son en un 90% subterráneas, que tienen un mínimo impacto en el paisaje, la flora y la fauna, como asimismo que no tiene embalse y devuelve el 100% del agua que utiliza 6 kilómetros antes de la planta de tratamiento de agua potable de Santiago, lo ocurrido en la capital abre preguntas sobre las centrales.

Las críticas

Cuando se enteró del corte de agua, Marcela Mella, vocera de la organización No Alto Maipo, pensó de inmediato que el proyecto al que se opone hace nueve años tenía algo que ver. “La construcción del Proyecto Hidroeléctrico Alto Maipo ha significado la remoción de toneladas de materiales extraídos desde el interior de nuestra cordillera en el proceso de construcción de los túneles, caminos, instalación de campamentos, etcétera”, dice, al tiempo que asegura que este material ha sido acopiado en distintos lugares de la alta montaña.
Marcela señala que es este material el que fue arrastrado por la lluvia: “Además, se han talado 2 mil hectáreas de bosque nativo que antes contenía aluviones y desplazamientos de material. Han intervenido, además, los cauces de ríos y esteros. El agua vuelve a los lugares por donde siempre ha estado”.
Después del corte, No a Alto Maipo comenzó una ofensiva para insistir en sus puntos. Por medio de redes sociales, con videos e infografías hicieron que las dudas sobre el proyecto reflotaran.
Es para resolver estas dudas que la Superintendencia de Servicios Sanitarios (SISS) tendrá que investigar. “En cuanto al origen de las condiciones de turbiedad en los ríos, estas están determinadas por las características de los fenómenos climáticos que afectan a la cuenca y, por cierto, influye el uso de suelo y las características de cada cuenca. El ministro Undurraga nos ha encargado estudiar el tema y realizaremos las coordinaciones de organismos públicos para llevar a cabo esta tarea”, señalaron desde la SISS a El Mostrador.
Alto Maipo también salió a dar explicaciones, aunque siempre negando que tuvieran alguna responsabilidad en la emergencia. En un comunicado de prensa, explicaron que descartan que las obras de construcción de su proyecto hidroeléctrico de pasada hayan influido en la turbiedad de las aguas del río Maipo, “fenómeno que tal como lo ha señalado la empresa encargada de suministrar agua potable a la Región Metropolitana, responde a un fenómeno climático que abarca desde la Región de Valparaíso a la de O’Higgins”.
El gerente de servicios de Alto Maipo, Andrés Cabello, por medio de un comunicado, indicó a El Mostrador que descarta categóricamente que las obras de construcción del proyecto hidroeléctrico de pasada hayan influido en la turbiedad de las aguas del río Maipo e insiste no solo en que el origen estuvo en la naturaleza sino también en el lugar en que se realizan las faenas. “Alto Maipo no realiza trabajos en el lecho del río Maipo. En cuanto a los aluviones y corridas de agua del fin de semana (del 16 de abril), fueron hechos que ocurrieron en zonas altas donde no hay obras asociadas al proyecto y se produjeron por lluvias caídas a 3.500 metros de altura”, señala.
Anthony Prior, de la Red Metropolitana No Alto Maipo, manifiesta que a pesar de que el ministro de Obras Públicas, Alberto Undurraga, pidió a la SISS que investigara, ellos creen que es la Superintendencia del Medio Ambiente la que tiene la competencia.

El cuestionado rol de la SISS

Una fuente al interior de la SISS comenta que es obvio que la fiscalización del organismo ha sido ineficaz. “Aguas Andinas debió haber previsto hace mucho tiempo la construcción de estanques de acumulación de agua para responder a emergencias de este tipo”, señala.
En una primera fase, la sanitaria ya había proyectado paliar emergencias con la instalación de 14 estanques de almacenamiento para asegurar 225 mil metros cúbicos. Una obra que se sumó a la construcción de un acueducto que permite conectar el embalse El Yeso con la Planta Las Vizcachas y siete pozos en La Pintana. Esto ya está en funcionamiento.
El año 2013, cuando un corte de suministro de similares características afectó a 4 millones de personas –es decir, 1.060.000 clientes–, Aguas Andinas proyectó una Fase II para emergencias de este tipo, con un costo de US$ 90 millones. Esta fase estaba proyectada para 2017. Con posterioridad, sin embargo, la empresa solicitó una modificación en su Programa de Desarrollo y pidió un mayor plazo: hasta el 2019. La SISS, aceptó. Entonces, la superintendenta era Magaly Espinosa, quien ahora se desempeña como asesora en este tipo de materias para el ministro de Obras Públicas, Alberto Undurraga.
Sobre este punto, uno de los mayores expertos en energías renovables en Chile, Roberto Román, pormenoriza: “Aguas Andinas, cuya única función debe ser asegurar el suministro de agua a Santiago, se encuentra en una relación extraña para generar electricidad. Si no existe un protocolo de manejo estricto, supervisado por la autoridad de manera permanente, existe riesgo cierto de comprometer el suministro de agua para Santiago”. Y continúa: “Me explico: si Aguas Andinas recibe algún tipo de incentivo de AES Gener para transportar su agua por el sistema de Alto Maipo –financiero o de otro tipo–, existe la tentación real de mantener el embalse El Yeso más bajo de lo que debería ser”.
Hace unos días, en una entrevista con un matutino, el actual superintendente de la SISS, Gabriel Zamorano, explicó sobre las faenas de la Fase II de Aguas Andinas, que “es una obra importante, por lo tanto se requieren estudios ambientales y de estructura. Yo creo que las dificultades tienen que ver con eso. Pero los plazos son razonables para construirlo”.
Pese a que la explicación en la lenta puesta en marcha de esta crucial fase –que en caso de emergencia podría surtir de 32 horas de agua– es que conlleva un proceso más largo (requiere de Estudio de Impacto Ambiental), una fuente al interior de la SISS explica que es un comportamiento que por lo general tienen las sanitarias. “Es un problema de inversión y también de que la SISS acepte ese plazo. En general las sanitarias hacen este tipo de cosas, ejecutan las obras menores al inicio del período y patean las otras para períodos más largos. Es una práctica común, pero lo peor es que la autoridad la acepta”, detalla.

Polémico acuerdo

La respuesta que tanto Aguas Andinas como Alto Maipo han dado para la turbiedad del agua es la misma: la isoterma 0 estuvo sobre los 3.400 metros de altura, lo que implicó que en lugares en donde habitualmente nieva, cayera lluvia de alta intensidad; un hecho que según las empresas provocó deslizamientos de tierra anormales para esta zona y época.
La desconfianza de los detractores del proyecto está asentada no solo en las regulaciones de la SISS, sino que también en las relaciones entre ambas empresas.
El principal objetivo de los dardos es el acuerdo que firmaron Aguas Andinas y Aes Gener; un hecho que viabilizó el proyecto Alto Maipo y que establece cómo las empresas aprovecharán sus derechos de agua en Laguna Negra y Lo Encañado, que abastecen de agua a la Región Metropolitana.
El 6 de junio de 2011, Aguas Andinas firmó un convenio con Aes Gener con el compromiso de entregarles 2,5 metros cúbicos por segundo de agua por un plazo de 40 años a cambio de un pago mensual que comenzará a ser efectivo cuando Alto Maipo comience su funcionamiento.
El convenio fue una sorpresa para quienes –años antes– vieron a ambas empresas enfrentadas. De hecho, la prensa publicó un párrafo de una carta que en 2008 firmara el gerente de Producción y Redes de Aguas Andinas, Enrique Cruzat, donde alertaba a la autoridad ambiental sobre la construcción de las centrales: “Se puede producir una falta de recurso que le impida (a Aguas Andinas) cubrir la demanda de sus clientes, generando desabastecimiento a la ciudad de Santiago (…) esto podría ocurrir en situaciones de puesta en marcha, de mantención o de contingencias del Proyecto Hidroeléctrico Alto Maipo y eventualmente otras situaciones que no se visualizan”, señalaba la misiva.
El acuerdo fue secreto, pero en 2013 la Corte de Apelaciones de Santiago obligó a revelar su contenido. A comienzos de 2016, la Contraloría ordenó revisar el contrato y la SISS contestó. “Se respondió la consulta de la Contraloría, detallando los distintos pronunciamientos que ha tenido la Superintendencia sobre esta materia. Asimismo, se informó que el decreto tarifario vigente contempla un descuento tarifario asociado a este convenio, el que se materializará una vez que el proyecto inicie su operación. En cuanto al análisis legal de la Superintendencia, se concluye que el uso que se hace de estos derechos de agua, que se mantienen adscritos a la concesión sanitaria, sin consumirse ni alterar su naturaleza, por lo que no se altera el objeto único de la concesión. Sin perjuicio de lo anterior, la SISS estará atenta al pronunciamiento de la Contraloría sobre la materia”, respondieron desde la Superintendencia de Servicios Sanitarios a El Mostrador.
En el mismo mes en que se firmó el polémico acuerdo, el grupo Luksic aumentó su participación en Aguas Andinas. Banco de Chile e Inversiones Arizona S.A. adquirieron parte de las acciones que el Estado vendió en ese momento. Sin embargo, el grupo Luksic fue deshaciéndose de dichos papeles lentamente a partir de 2014, para desprenderse totalmente de ellos el primer trimestre de este año. A pesar de esto, aún el poderoso grupo mantiene a Rodrigo Manubens Moltedo en el directorio de la sanitaria, uno de sus hombres de confianza, quien debería salir de ese cargo en la próxima reunión de accionistas fijada para un par de semanas más.
Las suspicacias que levantó este acuerdo fueron creciendo, no solo con las empresas. “Si se trata de la Superintendencia de Medio Ambiente o de Servicios Sanitarios, no tenemos confianza. La SISS permitió que Aguas Andinas firmara un convenio con Alto Maipo. Ellos han informado a la Contraloría que no hay ni habrá dificultades con el abastecimiento seguro de agua potable para Santiago. Por años hemos solicitado que esta autoridad lleve a cabo las fiscalizaciones necesarias, pero nada”, señala Marcela Mella.
Sobre este punto, uno de los mayores expertos en energías renovables en Chile, Roberto Román, pormenoriza: “Aguas Andinas, cuya única función debe ser asegurar el suministro de agua a Santiago, se encuentra en una relación extraña para generar electricidad. Si no existe un protocolo de manejo estricto, supervisado por la autoridad de manera permanente, existe riesgo cierto de comprometer el suministro de agua para Santiago”. Y continúa: “Me explico: si Aguas Andinas recibe algún tipo de incentivo de AES Gener para transportar su agua por el sistema de Alto Maipo –financiero o de otro tipo–, existe la tentación real de mantener el embalse El Yeso más bajo de lo que debería ser. Actualmente, Aguas Andinas solo libera agua del embalse cuando se necesita en Santiago –desde fines de la primavera hasta inicios del invierno– o –lo que es muy raro, pues la nieve ha disminuido de manera notable– que el embalse estuviera demasiado alto (esto no ocurre desde hace más de 10 años). Si hay este ‘incentivo’, existe este riesgo cierto. No lo estoy inventando. Ya ocurrió cuando a Endesa se le atrasó un proyecto de central a gas de ciclo combinado y, para cumplir con sus contratos, siguió usando agua de la Laguna El Laja hasta que quedó en menos del 5% y todos tuvimos que sufrir cortes de energía (apagones programados). Jamás se le aplicó una sanción”, detalla Román.
A pesar de su crítica, Román cree que es poco serio responsabilizar a Alto Maipo por la turbiedad del agua. El ingeniero civil mecánico de la Universidad de Chile señala que los episodios de lluvia intensa en la alta Cordillera son usuales en el otoño. Basta que la isoterma cero esté sobre los 3 mil metros. Con el calentamiento global, esta isoterma se eleva cada vez más. “El episodio de inundaciones y turbiedad del agua es algo que se debe a la lluvia en la Alta Cordillera. Es un fenómeno que, por efecto de calentamiento global, tenderá a hacerse más frecuente e intenso”.
Aunque no está de acuerdo en responsabilizar a Alto Maipo en este último episodio, Román está en contra del proyecto porque sí cree que pone en riesgo el suministro de agua para Santiago y considera que –a pesar de no tener embalse– no deberían construirse más centrales de este tipo en la alta cuenca del Maipo: “El Río Colorado queda con un caudal mínimo –llamado ‘ecológico’– que no está definido. Aquí, de haber impactos, sí los habrá. El Maipo queda disminuido entre 5 a 20 [m³/s] según un programa que no se conoce. Solo se sabe que en ‘promedio’ el caudal disminuirá en un 11%, aproximadamente. Pero para un río cuyo caudal varía naturalmente entre unos 30 a 340 [m³/s], este ‘promedio’ no tiene ningún sentido. Lo lógico es asegurar caudales mínimos que no comprometan actividades esenciales del río”, explica.
El Mostrador llamó insistentemente a Aguas Andinas, sin embargo, no contestaron nuestras preguntas.
 
Fuente: ElMostrador

Publicado por
Conadecus

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