Noticia | 29 Diciembre 2013

Un aporte al mercado de crédito masivo

Por Julio Dittborn. La escasa educación financiera permite adoptar un modelo de negocios donde se presta caro a muchos, sin averiguar sobre la capacidad de pago. Esto atenta contra los buenos pagadores.
La competencia y el mercado son instrumentos muy útiles, pero cuando no producen resultados deseables, como en el mercado del crédito masivo, el Estado puede ayudar a componerlo.
Esta nueva ley afectará a muchos deudores de manera positiva, pues reducirá su tasa de interés sin que pierdan acceso al crédito.
Solo la mitad de quienes rinden la PSU acierta al responder preguntas como “si le dan un descuento de 20% y el precio base es $ 3.000, ¿cuánto pagará?”. En las preguntas de interés compuesto, sólo el 2% acierta. Así, es evidente que una mayoría de los deudores de montos pequeños tiene educación financiera insuficiente.
Esta debilidad en los demandantes de crédito permite confundirlos bajándoles la cuota por medio de alargar el plazo, y a la vez subirles la tasa de interés. Muchos no detectan que cuando la tasa anual sobrepasa el 30 o 35%, la capitalización mensual de los intereses crea un impacto altísimo sobre lo que terminarán pagando.
Esa debilidad también permite a quienes ofrecen crédito adoptar un modelo de negocios donde se presta caro a muchos, invirtiendo poco y nada en averiguar la capacidad de pago de cada deudor. Ello hace que los deudores cumplidores cubran en la práctica las pérdidas causadas por quienes no pagan. Esto es abusivo contra los buenos pagadores, y a la vez, fomenta la irresponsabilidad de los malos pagadores en una fase inicial, seguida de exclusión una vez que son registrados en Dicom.
Los partidarios del libre mercado debemos reconocer que la competencia no elimina este modelo de negocios cuando existe una alta prevalencia de deudores con insuficiente educación financiera. La competencia y el mercado son instrumentos muy útiles, pero cuando no nos llevan a resultados deseables, como en  el mercado del crédito masivo, ciertas intervenciones acotadas del Estado ayudan a componerlo.
La nueva ley que reduce la Tasa Máxima (TM) afecta sólo a los créditos de consumo menores a $ 4,6 millones a más de 90 días, y aplica una estrategia de tres partes: (a) Para estos créditos, la nueva referencia de mercado para la TM será la tasa de interés promedio de los créditos entre $ 4,6 y $ 115 millones. ¿Por qué? Porque los deudores de montos mayores poseen más educación financiera y negocian mejor sus tasas; (b) reduce la TM para los créditos de consumo menores a $ 4,6 millones en 17 puntos, desde alrededor de 54% en la actualidad, hasta cifras del orden del 37% si se mantienen las condiciones actuales.
La tercera parte, (c), es aquella que protege la continuidad del acceso al crédito: las rebajas en la TM se aplican de modo gradual en dos años. Esto permite a las empresas de crédito migrar hacia modelos de negocio con menor tasa de impago y más inversión en investigar la capacidad de pago de sus clientes. Las grandes cadenas de tiendas también pueden adecuarse elevando un poco el precio contado de los bienes que venden, a cambio de bajar el interés. La ley también retrasa las rebajas de TM si algún factor contrae el crédito.
Respecto de quienes predicen un aumento significativo en los prestamistas como consecuencia de esta ley, discrepamos. Cuando el Congreso borró del Dicom a tres millones de deudores a partir del 18 de febrero de 2012, también se predijo ese aumento, pero la encuesta del Banco Central que se aplicó hasta mayo de 2012, encontró que sólo el 0,11% de los encuestados debía a un prestamista. Esta cifra es estadísticamente equivalente a cero, pues es la décima parte del margen de error de la encuesta.
En resumen, esta nueva ley afectará a muchos deudores de modo positivo, pues reducirá su tasa de interés  sin que pierdan el acceso al crédito y reducirá el número de personas en Dicom.
Publicado en La Tercera Online, 29, Diciembre, 2013
Foto: de archivo, Emol.com

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