Hubo una época que en Chile solo había farmacias independientes y se exigía que entre una y otra hubiera una distancia prudente. Los niños celebrábamos las visitas a una farmacia del centro de Santiago, en la que se ofrecía gratuitamente una copita pequeña de vino añejo a los clientes.
Algunas grandes droguerías que hacían de distribuidoras de los medicamentos compraban al por mayor a los laboratorios y hacían el reparto de lo que iba faltando. Una gran farmacia estatal de la Asistencia Pública, ubicada en la calle San Francisco, estaba abierta las 24 horas del día y surtía las “urgencias”.
Esos tiempos se fueron y ahora tres cadenas farmacéuticas controlan más del 90 por ciento de las ventas y las farmacias independientes están en crisis. Cada cadena tiene su propia central de compras y de distribución, además se entiende con los laboratorios nacionales y extranjeros, en una relación de proveedor con gran comprador, que no es fácil de transparentar.
La última noticia en el sector es la adquisición de la cadena de cosméticos y perfumería PREUNIC por la cadena farmacéutica Salcobrand , asimismo Cruz Verde adquirió la cadena Maicao .Es un hecho comprobado que ambos mercados son complementarios y que quien entra una farmacia a comprar un medicamento, compra además jabones, pastas dentífricas y una cantidad de otros productos.
Al mercado reconocido de US 1300 millones de dólares anuales en medicamentos debemos sumar los 2.200 millones en cosméticos, que hacen un total 3.500 millones de consumo al año.
La propuesta del Gobierno y de algunos parlamentarios de autorizar la venta de medicamentos que no requieren recetas y de los que llamamos productos para farmacéuticos, no representará ninguna ventaja para los pacientes y para los consumidores en general .Más bien provocará un aumento de los precios de las medicinas que sólo se venden con receta. ¿Por qué?
Supongamos que un 30% de las ventas combinadas actuales de las farmacias entre medicamentos sin recetas y cosméticos se desplaza a los supermercados ¿qué pasará en las farmacias integradas en cadenas al disminuir su cifra de ventas? Hay una respuesta que es obvia: van a alzar los precios de los medicamentos con recetas en los cuales son los únicos autorizados para vender.
En muchos lugares de Santiago y las ciudades grandes de Chile, hay varias farmacias por barrio. A veces hasta tres en una cuadra. ¿Cuál es el costo de mantener ese sistema absurdo de comercialización basado en que los compradores casi no tengan que caminar para llegar a una farmacia?¿O qué sólo lo hagan al pasar por una vía céntrica?
Primero está el pago de arriendo en lugares aptos y preferentes para la comercialización. Según entendidos, hasta un 40 % de los gastos generales de una farmacia céntrica se van en pagar arriendo.
Además está el pago de remuneraciones a un profesional farmacéutico por establecimiento, al que hay que agregar una cantidad de vendedores que atienden indistintamente la venta de medicamentos y de cosméticos. Número de vendedores que hay que mantener para las horas de máxima demanda, pues las colas alejan a los consumidores. Y finalmente está el costo de mantener un stock de varios miles de medicamentos, distribuidos en más de tres mil establecimientos, costo de inventario que no es despreciable.
Como resultado estos factores están encareciendo el precio de medicinas que la población necesita en forma indispensable y que a veces determinan la sobrevivencia de pacientes enfermos y crónicos.
Se hace urgente modificar este sistema absurdo y antieconómico que recarga a los pacientes y usuarios con costos innecesarios fomentando además la colusión de los precios.
En Francia y España, sólo hay farmacias independientes que venden las medicinas recetadas a los pacientes adscritos a la seguridad pública, a precios regulados muy económicos.
En Inglaterra hay una cadena principal y farmacias independientes. Los precios de los medicamentos recetados son regulados por el sistema de salud pública y a precios económicos. Es en EE.UU. donde está el sistema más complejo, hay una o dos cadenas de farmacias en las ciudades principales. Pero esas cadenas tienen grandes establecimientos, a veces verdaderos supermercados en que se venden además de todos los artículos para farmacéuticos, alimentos, bebidas y comidas preparadas .
En una parte separada del gran establecimiento hay una farmacia que sólo vende medicamentos recetados por médicos en formularios de recetas oficiales. Eso permite compartir los gastos generales de la farmacia con los del establecimiento comercial, rebajando sustancialmente los precios. Agreguemos a eso que una parte considerable de los artículos para farmacéuticos y los sin receta se pueden comprar por Internet, y llegan con un recargo pequeño a la casa del usuario.
En Chile tenemos que avanzar con urgencia hacia uno de esos sistemas o , alternativamente ,crear una red de farmacias públicas al interior de establecimientos hospitalarios y consultorios en que se vendan a precios regulados los medicamentos recetados tanto a los adherentes a FONASA como a las ISAPRES y público en general. No dejar de considerar que a los niveles de ingreso promedio por persona que alcanza Chile se hace indispensable que tanto los planes de las ISAPRES como los de FONASA, incluyan el suministro a los pacientes de los medicamentos recetados por los médicos.