El comisionado relata un dato sorprendente: de las tres propuestas globales que fueron incluidas en el informe de la comisión presentado a Bachelet hace un par de semanas, la que mantiene la base del sistema y que contó con el voto del presidente David Bravo, no fue conocida íntegramente por los comisionados cuando se votó: por estos días recién están leyéndola. Según el profesor de la Universidad de Chile, esta nació y tomó forma luego de que la idea de un sistema mixto fuera ganando adeptos en contra de lo que el líder de la comisión esperaba.
Luego de recorrer el país recogiendo opiniones de distintos actores sobre el sistema de pensiones chileno, basado en un mecanismo de capitalización individual, los miembros de la comisión asesora sobre el sistema de pensiones, liderada por el economista David Bravo, detectó que existía una férrea resistencia al modelo introducido durante la dictadura, y diversas voces reclamando que era necesario volver a un sistema de reparto.
Así lo relata el economista Andras Uthoff, quien detalla que por distintas razones esta opción no ganó mayores adeptos y se empezó a trabajar en otra alternativa, que apuesta por un sistema mixto y que en la práctica es un cambio estructural al modelo de las AFP. Esta idea fue tomando fuerza y ya en diciembre del año pasado tenía forma, convirtiéndose en lo que se presentó como la opción “B” incluida en el informe que la comisión, compuesta por 24 comisionados nacionales e internacionales, presentó a la Presidenta Michelle Bachelet el lunes 16 de septiembre.
La opción “B” contó con el voto de 11 comisionados. Paralelamente, la opción “A”, que apuesta por mantener el sistema de capitalización individual con modificaciones, o sea, mantiene la lógica de las AFP, fue votada por 12 integrantes. La alternativa de reparto, la opción “C”, contó con un voto. Resultados que para Uthoff, sindicado como el líder intelectual de la propuesta “B”, junto al ingeniero comercial Cristián Larraín, no dan por ganadora –como se ha presentado en la prensa– a la alternativa que no reestructura el sistema, y por la que votó el presidente de la comisión, sino que deja en un empate a ambas posiciones, sobre todo tomando en cuenta que el voto por la opción “C” también apunta a un profundo cambio al sistema.
En entrevista con El Mostrador, el profesor de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, devela un dato sorprendente: la propuesta A, que mantiene el sistema de AFP, no fue conocida íntegramente por el grupo de comisionados sino hasta el lunes en que fue entregada a Bachelet. Antes de eso, e incluso en la última reunión plenaria realizada en agosto, “solo era una suma de las propuestas específicas y algunas modificaciones”. Recién la semana pasada, asegura Uthoff, empezó a revisar los detalles de la propuesta y se encontró con varios temas que jamás “fueron presentados en la comisión”. De hecho, asegura que no puede opinar con propiedad sobre esta propuesta porque “no vimos lo que quedó sino que recién ahora lo pudimos leer”.
En su opinión, la apuesta –que es la que prefieren las AFP– surgió como una reacción a la idea de crear un sistema mixto, que en contra de todo pronóstico para el director del Centro de Encuestas y Estudios Longitudinales de la PUC, David Bravo, fue sumando adeptos.
Para el doctor en economía de la Universidad de Berkeley, “sí hubo un trabajo serio de la comisión, pero en un momento, cuando apareció el modelo mixto, se quebró, en el sentido de que apareció una alternativa potente al sistema vigente que fue captando adeptos, y ahí empezó a surgir un grupo que trataba de defender el sistema con alternativas similares”.
-El informe final entregado a la Presidenta Bachelet hace una semana incluía 58 medidas y tres propuestas más globales, ¿cuál fue la intención de entregar este abanico de opciones, a diferencia de informes de otras comisiones que muestran claramente una línea?
-Originalmente creo que la presidencia de Bravo trataba de mantener el modelo de pensiones y tener algunas propuestas específicas para mejorarlo. Pero hubo una oposición férrea que apuntaba a que el sistema tal como está no resiste ningún análisis. Ahí surgieron dos propuestas inicialmente: una que se obtuvo luego de recorrer el país, que era la que auspiciaban Cenda y la Fundación Sol y que después avaló la comisionada polaca, Leokadia Oreziak, que era terminar con el sistema de capitalización individual y volver al sistema de reparto. Quienes nos ocupamos de examinar esa propuesta vimos que no era viable por distintos motivos, pero sí creíamos que había que hacer una transformación. Hacia finales del año pasado la presentamos a través de una alternativa que llamamos sistema mixto, que es una modificación bastante estructural del sistema. Posteriormente, quienes auspiciaban mantener el modelo empezaron a elaborar una propuesta tipo A, que era la suma de las propuestas específicas más algunos cambios en el pilar solidario para ajustarlo a los resultados que nosotros estábamos obteniendo en las otras alternativas.
-¿Quiénes auspiciaban que no hubiera un cambio estructural del sistema y que se mantuviera?
-Los grupos más afines al sistema de AFP, los que venían más del sector financiero que del sector de la seguridad social, y que son los 12 que terminaron avalando el sistema. Pero posteriormente lo transformaron sobre la base de reajustar un poco el pilar solidario y acercarse a la propuesta mixta, tratando de simular los mismos resultados que obteníamos nosotros con la propuesta A, manteniendo el sistema pero con modificaciones.
-¿Y este intento de que se asimilara fue una cosa mañosa?
-No, fue tratar de obtener los mismos resultados, según ellos, con cambios más simples.
-¿Y es posible?
-No, a nuestro juicio no.
-¿Por qué?
-Porque lo que nosotros perseguimos fundamentalmente es legitimar el sistema sobre la base de que la gente no tenga que estarse jugando la vida en decisiones financieras en sus cuentas individuales. Planteamos que eso tiene que hacerlo una entidad centralizada con un seguro social encargado de tomar las decisiones que afectan sus pensiones y no a través de decisiones individuales desinformadas. Además con un componente redistributivo intergeneracional importante para mejorar las pensiones hoy.
-¿La alternativa A, que apuesta por mantener el esquema de capitalización individual, cuándo quedó zanjada?
-En mi opinión hasta la última reunión conjunta que hubo –realizada a principios de agosto– la posición A era una suma de las propuestas específicas y algunas modificaciones. Lo que escuchamos en la última reunión plenaria no era una posición A bien integrada, era una suma de propuestas específicas más algunas modificaciones que el profesor Nicholas Barr –doctor en Economía de la Universidad de California, Berkeley y miembro internacional de la comisión– proponía para el pilar solidario.
-¿Qué pasó después de esa reunión?
-El presidente se dedicó a cerrar el informe de la comisión. Nos pidió elaborar y tomar más tiempo para elaborar bien la propuesta B, mientras se estaba trabajando mejor la propuesta A.
-¿Lo trabajó con quiénes?
-No lo sé, no estuve en ese grupo.
-¿Entonces en la última reunión aún no estaba clara la propuesta A?
-Estaba claro que iba a haber una propuesta A, pero no se sabía cuál era y nunca supimos hasta que estuvo redactado el informe.
“En mi opinión, las 58 propuestas en sí solas no valen mucho, porque sencillamente son más de lo mismo dentro de la lógica del sistema. La lógica del sistema hay que cambiarla, porque no está legitimado, la ciudadanía no lo compra, no lo quiere, hay un rechazo muy grande. Hacer modificaciones de los instrumentos y sus parámetros no lo van a aceptar, entonces no es políticamente viable. Hay que cambiarlo en alguna de las líneas más estructurales sugeridas en el informe”.
-Eso es sorprendente, la opción A fue la más votada…
-Efectivamente, tiene 12 votos. Pero, si usted ve, son todos los afines a las AFP y de quienes han estado escribiendo artículos en torno al sistema chileno sin criticarlo en el fondo.
-¿Cuál fue el rol de David Bravo en esto?
-Él no emitió su voto hasta el último minuto en la reunión plenaria final. Trató de mantenerse neutral y votar en el último momento, pero no se pronunció a lo largo de todo el tiempo.
-¿Entonces no sabían lo que él pensaba?
-No. Se dice que él apoyaba la opción mixta, pero nunca la apoyó porque él cree que el modelo actual es mixto y no lo es. Es un modelo que tiene subsidios estatales para los adultos mayores pobres solamente.
-¿Cómo interpreta que no se haya pronunciado como presidente hasta el final?
-No quiero emitir juicios sobre mis colegas. Pero hay un proceso donde Bravo nunca se pronunció. Hay un proceso en que hubo una alternativa mixta –propuesta B– desde fines del año pasado, porque se suponía que la comisión terminaba en marzo. Entonces la propuesta A no existía. Resultó a lo largo de este año como una suma de propuestas específicas como alternativa al modelo mixto que proponíamos y comenzó a ganar adherentes. La propuesta A se mejoró al final.
-¿De cuándo estamos hablando?
-Los últimos tres meses. Era la suma de las propuestas específicas más unos cambios que el profesor Barr hacía en el pilar solidario para decir que podía lograr lo mismo que nosotros con cambios más simples.
-¿Y cómo se explica esto?
-Desde que surgieron las dos propuestas estructurales iniciales, de volver al sistema de reparto y la opción de un sistema mixto, nosotros hicimos una crítica fuerte a la primera. La propuesta de un sistema mixto la trabajamos en primera instancia Cristián Larraín –ingeniero comercial y ex asesor del superintendente de Bancos– y el suscrito, y posteriormente fue ganando adeptos. Yo creo que la presidencia pensó que esto nunca iba a prosperar, que el mixto se nos iba a caer, que nadie lo iba a apoyar. Pero no fue así. Me da la sensación que lo que parece como opción A se fue elaborando hacia el final para poder empatar la nuestra.
-¿Eso se lee como un espaldarazo al sistema de AFP?
-Eso tiene que preguntárselo a ellos. Nosotros no vimos lo que quedó sino que recién ahora lo pudimos leer. Lo que está hoy en el informe de la propuesta A es muy parecido a la propuesta B incluso en la forma en que está redactado.
-Me dice que hicieron una propuesta que trató de ser similar a la de ustedes, ¿pero en el fondo o solo en la forma?
-En la forma, en el fondo no. Ahora leemos que hablan de crear un fondo solidario, de hacer redistribución intergeneracional y de un montón de cosas que nunca hablaron en la comisión. En todo caso lo rescatable es que es un cambio bastante radical, no es mantener el sistema. Su posición era siempre la de lograr resultados similares a los nuestros sin hacer una reforma compleja.
-¿Esta alternativa A toca a las AFP efectivamente?
-La propuesta que mantiene el sistema de capitalización no, porque sigue habiendo administración con cuentas individuales. La nuestra sí porque resta la mitad de la recaudación para administrarla en un seguro social.
-¿Usted cree que esta solución de la propuesta A va a lograr cambios de verdad para las pensiones?
-Déjeme serle franco, no le puedo hacer juicios sobre la A porque nunca la expusieron en su totalidad.
No puedo hablar mucho de la propuesta A porque surgió últimamente. Por ejemplo, de repente incluyó un fondo solidario, que la leí la semana pasada.
-¿Qué otras propuestas aparecieron de repente?
-Que habría una distribución entre generaciones a través de este fondo solidario, cosa que antes no lo mencionaron.
-Todo esto apunta a que la presidencia liderada por Bravo trabajó para que la opción A fuera la alternativa.
-El Presidente no se manifestaba. Los opositores a nuestra propuesta permanentemente nos decían que la propuesta B no se entendía, que era muy compleja, lo que por cierto lo es. Ningunearnos. Parecía que lo que querían era que la abandonáramos.
-Finalmente eso desacredita bastante el trabajo de la comisión…
-Para nada, a mi juicio la enriqueció. Al final la comisión se dividió porque había una propuesta B que ganaba espacio y se empezó a gestar una propuesta A. Es una comisión que derivó a dos soluciones de mayoría, y eso es enriquecedor. Son trabajos serios. A las AFP les habría gustado que el sistema saliera reforzado y que no hubiera necesidad de mejorar el modelo. En la comisión hubo dos percepciones: una que dice que lo podemos mejorar con la misma lógica del sistema reformado en 2008 y otra que dice que no, que hay que cambiarlo. Pero eso no quiere decir que se desacredita a la comisión, lo que pasa es que creyeron que nuestro modelo mixto no iba a prosperar.
-Había mucho comisionado extranjero, de hecho cinco de los 12 votos que optaron por la propuesta A eran externos, entonces ¿cómo se explica que tuvieran una mirada pro AFP?
-Son profesionales que conocen el sistema, que sabían que había que perfeccionarlo, que sabían cómo pero que me temo no sabían lo que pasa en este país. Muy enfocados en la investigación académica financiera, pero no en la realidad. Se preocupan de subir la edad, que con la licitación se logró bajar un poco las tasas de comisiones, de no distorsionar los mercados. Pero ese no es el problema. Uno llegó a afirmar que el modelo se legitimaba con mayor educación financiera. Le echan la culpa al mercado de trabajo pero no se preocupan de la credibilidad, en cómo vive la gente, en una informalidad que es más estructural que sensible a incentivos de precios.
-¿Cómo resumiría el rol de Bravo?
-Difícil de juzgar pues fue muy parco. Creo que producto de que surgió un modelo mixto le cambiaron las condiciones acerca de cómo lograr un consenso y, luego, en la ausencia de este, cómo elaborar el informe.
“Nunca creyó en nosotros”
El economista señala que Bravo le dedicó mucho tiempo al diagnóstico, a analizar los datos -lo que evalúa muy positivamente -, para lo cual tuvo un equipo a su disposición “que nunca estuvo a disposición nuestra.”
Este equipo especial “simuló tasas de reemplazo, usó microdatos, obtuvo datos de la Superintendencia. O sea obtuvieron todos los datos que se pueden ver en el informe, que hace un diagnóstico lapidario acerca de los resultados del sistema”. Este trabajo “fue muy serio, pero sin mucha interacción”, explica el doctor en Economía de la Universidad de Berkeley.
-¿Cómo se reflejó eso?
-Por ejemplo, nosotros enviamos a este grupo la propuesta de modelo mixto para su costeo, en diciembre del año pasado. Después no pasó absolutamente nada. Nunca se costeó.
-Pero sí se hicieron proyecciones con las 58 medidas…
-Nos dijeron que todo iba a ser costeado, que nuestras alternativas iban a ser costeadas, pero eso no pasó.
-¿Cómo lo interpreta?
-Nunca creyó en nosotros o habían otras prioridades en la DIPRES.
-¿O sea Bravo apostaba por mantener el sistema desde el principio?
-No creo que haya aceptado la Presidencia de la Comisión si no creyera que necesitaba de modificaciones. Pero fuera de las reuniones oficiales nunca estuvo a nuestra disposición para escuchar la propuesta, mucho menos la de reparto. La opción de reparto nos surgió a lo largo de todo el país y la comisión no reaccionaba.
-¿Y qué decía él?
-Cuando le informamos estar preocupados por conocer esos estudios delegó en nosotros un informe, que se lo entregamos y es lo que se presentó ante la comisión para cuestionar su viabilidad. De hecho cuando la Comisionada Leokadia Oreziak insistió en esa propuesta varios comisionados solicitamos incorporarla al informe.
Aquí hay un tema de fondo: nosotros estamos cambiando un paradigma con que se rige el sistema, y ellos no quieren cambiar el paradigma. El paradigma es que un mercado competitivo de cuentas individuales de ahorro funciona, que la gente es capaz de tomar decisiones que la lleven a obtener una buena pensión a través de su ahorro individual obligatorio. Para nosotros la realidad chilena dista de los supuestos para que eso sea cierto.
-David Bravo ha expresado públicamente que si se adoptaran las 58 medidas del informe, que incluyen aumentar la edad de jubilación de la mujer, las tasas de reemplazo de Chile alcanzarían los promedios de la OCDE ¿concuerda con esta opinión?
-En mi opinión las 58 propuestas en sí solas no valen mucho, porque sencillamente son más de lo mismo dentro de la lógica del sistema. La lógica del sistema hay que cambiarla, porque no está legitimado, la ciudadanía no lo compra, no lo quiere, hay un rechazo muy grande. Hacer modificaciones de los instrumentos y sus parámetros no lo van a aceptar, entonces no es políticamente viable. Hay que cambiarlo en alguna de las líneas más estructurales sugeridas en el informe.
Fuente: El Mostrador